Esta rutina la copié de una famosa bloguera neoyorquina Love Taza. La primera vez que leí su post sobre su rutina para dormir a sus 3 hijos pensé: Whaaat?! No way José! … pero siempre se ven tan felices en sus fotos cuidadosamente seleccionadas y editadas que no pude evitar intentarlo para ver si lograba recuperar nuestros dulces sueños.
Agridulces sueños
Verán, en mi casa (que es su casa) no tan perfecta, también teníamos tiempo con una rutina nocturna que cada día se volvía un poco más caótica: Cenar rápido porque ya casi es la hora de dormir de los niños y se tienen que dormir temprano, cepillarse los dientes gritando “no persigas a tu hermana para escupirle porque ya tienes que estar acostado” (y ya me quiero acostar yo también) ponerse la pijama consumiendo lo último que me queda de paciencia, irse por fin a la cama para rezar rápido un Padre Nuestro y un Ave María porque ya no quiero estar parada y no me puedo sentar porque como son literas, en una no quepo y en la otra me tengo que subir y que hueva… beso de buenas noches y salir del cuarto para escuchar 2 segundos después “Maaaaa tengo sed, me puedes pasar mi peluche, me puedes pasar un pañuelo, no puedo respirar bien, me duele el pie, la pierna, el estómago, el cabello…” y terminar gritando “¡Ya duérmanse!”
Mientras tanto en un departamento en Nueva York…
… otra pareja de padres salen del cuarto de sus hijos con la sonrisa bien puesta, un poco cansados pero totalmente satisfechos, admirando desde la puerta a sus tres angelitos durmiendo. ¿Como lo hacen?, se preguntarán.
Resulta que estos padres amorosos tienen un secreto: por las noches dan de cenar a sus 3 hijos adorables, después cepillan sus dientes, se ponen su pijama, se van a la cama cantando ocasionalmente alguna melodía, después sus padres les leen un cuento y terminando se acuestan con cada uno de ellos hasta que se quedan dormidos… sí… se acuestan con cada uno de ellos… hasta que se quedan dormidos… Whaaat!?!?!?! ¿A qué hora empiezan, a las 5 de la tarde?
“¿Qué tal si lo intentamos?” le dije.
Uno de esos días caóticos, a la hora de rezar estaba tan cansada que me acosté en la cama con Andrés (cama de abajo) y noté que cuando estoy acostada me relajo, mi paciencia dura un poco más, me puedo concentrar en rezar mejor y de pasada me acurruco con mi niño un rato. Así que me acordé de esta rutina loca y le propuse a Miguel (mi esposo) intentarlo por unas noches.
Desde ese día nos acostamos con nuestros hijos turnándonos un día con uno y un día con otro, rezamos y después nos acurrucamos hasta que se duerman. El primer día quedamos sorprendidos de lo rápido que se durmieron, no hubo nada de sed, peluches faltantes, dolores en el el cuerpo, ni nada de eso. Aún estábamos un poco escépticos pero los siguientes días fueron iguales, a veces se tardan más en dormir, pero estamos hablando de 15 minutos máximo, o sea, sí es la mitad de un capítulo de Rick & Morty, pero por tus hijos lo vale, además su papá casi siempre se queda dormido antes que los niños. Algunos días cuando por alguna razón pasan más de 15 minutos y no se les ven intenciones de dormirse, les damos un beso y los dejamos encontrar el sueño solos… digo, también tenemos series que ver y redes sociales que no se van a scrollear solas.
Tal vez para ustedes no sea tan extrema y loca esta rutina, pero yo dejé atrás los tiempos de colecho desde antes que mis hijos cumplieran 1 año, aprendiendo a dormir solos en sus cunas desde muy pequeños porque … redes sociales que no se scrollean solas y otras cosas de intimidad, If you know what I mean. Y ahora a sus 8 y 6 años están encantados con esta nueva rutina que ya llevamos practicando desde hace un año aproximadamente. No tengo idea de cuando dejemos de hacerlo, por mi parte no planeo dejar de hacerlo hasta que me corran a patadas de su cama, o se salgan de la casa porque sus padres son muy raros, cualquiera que pase primero.
Si quieren leer el post completo de esta blogger aquí se los dejo. Dulces sueños.
