Digo, todos conocimos a Peter Pan, y el niño así que tú digas muy bien portado no era.
¿Que por qué llegué a esta teoría?
Bueno, porque las mamás somos muy parecidas a una sombra, y no en el sentido negativo… bueno, no completamente.
Las mamás somos esa sombra que va pegada a sus hijos. Somos la sombra que se proyecta sobre ellos cuando juegan en el parque, cuidando que no se rompan toda su pequeña anatomía. Somos la sombra que sale siempre en todas sus fotos como único registro de nuestra existencia, porque nadie nunca nos toma fotos a nosotras – Gracias a Dios por las selfies. Pero también somos la sombra a la que van a refugiarse cuando el sol – o la vida – les pega en la cara por mucho tiempo. La que confían que siempre estará acompañándolos mientras haya un sol que salga a dar los buenos días. La sombra que hace que los días nublados sean tristes porque no se puede ver.
Ahora entienden por qué Peter Pan buscaba su sombra tan desesperadamente, ¿no? ¿O no serías tu capaz de allanar casas con tal de encontrar esa sombra?
Y todo lo demás de la historia que pueda contradecir esta teoría es sólo un cuento de Disney y su afán de hacerlo todo bonito.
Estimada madre desconocida de Bohemian Rhapsody:
Tengo tiempo pensándote y hoy me animo a escribirte. Escuché lo que pasó con tu hijo en una canción de Queen. Una canción que llevo tiempo escuchando pero que desde hace unos años me pega diferente.
Yo soy madre también y lo que les pasó a ti y a tu hijo ha tocado las fibras más sensibles de mi maternidad. Debo confesarte que apenas me enteré de la tragedia, te juzgué horriblemente. Me fui directo contra ti sin conocerte y te hice responsable de todo. Cuestioné tu maternidad, tu crianza, tu atención y tu amor. Construí una imagen de ti con pedazos de las peores madres que han creado las películas y las noticias. Drogadicta, alcohólica, abusadora, un ser trastornado con lo estándares de moralidad por los suelos… ¿lo eres?
Después pensé que tal vez veo mucha televisión, que tal vez no tenías que ser un monstruo para estar en esa situación, y solo eres una madre que hizo lo que pudo para sacar adelante a su hijo... ¿lo eres? Después de todo, tu hijo te amaba, fuiste su último refugio. Pero yo necesitaba ponerte en el peor de los escenarios, porque la idea de que no fueras la peor de las madres digna de tu propia película de terror, significaba que algo así podía pasarme a mi también; y es ahí donde yacen mis miedos más profundos.
Desde que soy mamá hay una parte de mí que siempre tiene miedo. Que siente que en cualquier momento un movimiento en falso podría arruinarlo todo y no sentir los síntomas sino hasta que se revelara el triste final en su etapa terminal, donde ya no hay nada que hacer.
Tú eres uno de mis peores escenarios. Uno de tantos donde mis hijos cometen errores fatales y su vida termina de la manera más trágica. Uno de tantos que termina conmigo repitiendo la pregunta ¿dónde fallé?, todos los días del resto de mi vida.
Por favor, dime si después de tantos años lograste responderte esa pregunta. ¿Fue falta de cariño y abrazos? ¿Fue la falta de una figura paterna? ¿Fue no dejarlo ser o dejarlo ser demasiado? ¿Fuiste muy dura o fuiste muy suave? ¿Fueron las amistades? ¿Fueron los signos de depresión que no viste? ¿Fueron las drogas que no buscaste en su habitación? ¿Fue ese castigo que no pusiste a tiempo? ¿Fue esa terapia que creíste innecesaria? ¿Fue que no hiciste suficientes preguntas?
Dicen que las madres de ahora somos demasiado sobre protectoras con nuestros hijos, que no los dejamos equivocarse o frustrarse, me pregunto qué opinas de eso, apuesto que piensas diferente.
¿Lo has podido superar?¿Has podido perdonarte?
Perdóname si te bombardeo con tantas preguntas de las que probablemente no tengas respuestas, solo soy una madre depositando mis miedos en esta carta esperando aliviar un poco el peso de traerlos encima. Tratando de aprender de todos los hubieras que seguramente repasas en tu cabeza y que lejos de brindar alivio solo te torturan más.
Siento haber pensado lo peor de ti sin conocerte. Realmente solo eres una proyección de mis miedos y cuando te juzgué horriblemente, en realidad me estaba juzgando a mí en ti. Las madres podemos ser muy duras con nosotras mismas.
Al final no importa cuántas preguntas hagamos o cuántas madres cuestionemos, no hay una repuesta correcta que nos garantice ser buenas madres. Todas en algún momento nos vamos a equivocar, así que solo nos queda saber reconocer nuestros errores, aprender de ellos y esperar que no sea demasiado tarde.
Ojalá bastara con amarlos ¿no?
Con cariño
Una madre desconocida.
Tengo tiempo pensándote y hoy me animo a escribirte. Escuché lo que pasó con tu hijo en una canción de Queen. Una canción que llevo tiempo escuchando pero que desde hace unos años me pega diferente.
Yo soy madre también y lo que les pasó a ti y a tu hijo ha tocado las fibras más sensibles de mi maternidad. Debo confesarte que apenas me enteré de la tragedia, te juzgué horriblemente. Me fui directo contra ti sin conocerte y te hice responsable de todo. Cuestioné tu maternidad, tu crianza, tu atención y tu amor. Construí una imagen de ti con pedazos de las peores madres que han creado las películas y las noticias. Drogadicta, alcohólica, abusadora, un ser trastornado con lo estándares de moralidad por los suelos… ¿lo eres?
Después pensé que tal vez veo mucha televisión, que tal vez no tenías que ser un monstruo para estar en esa situación, y solo eres una madre que hizo lo que pudo para sacar adelante a su hijo... ¿lo eres? Después de todo, tu hijo te amaba, fuiste su último refugio. Pero yo necesitaba ponerte en el peor de los escenarios, porque la idea de que no fueras la peor de las madres digna de tu propia película de terror, significaba que algo así podía pasarme a mi también; y es ahí donde yacen mis miedos más profundos.
Desde que soy mamá hay una parte de mí que siempre tiene miedo. Que siente que en cualquier momento un movimiento en falso podría arruinarlo todo y no sentir los síntomas sino hasta que se revelara el triste final en su etapa terminal, donde ya no hay nada que hacer.
Tú eres uno de mis peores escenarios. Uno de tantos donde mis hijos cometen errores fatales y su vida termina de la manera más trágica. Uno de tantos que termina conmigo repitiendo la pregunta ¿dónde fallé?, todos los días del resto de mi vida.
Por favor, dime si después de tantos años lograste responderte esa pregunta. ¿Fue falta de cariño y abrazos? ¿Fue la falta de una figura paterna? ¿Fue no dejarlo ser o dejarlo ser demasiado? ¿Fuiste muy dura o fuiste muy suave? ¿Fueron las amistades? ¿Fueron los signos de depresión que no viste? ¿Fueron las drogas que no buscaste en su habitación? ¿Fue ese castigo que no pusiste a tiempo? ¿Fue esa terapia que creíste innecesaria? ¿Fue que no hiciste suficientes preguntas?
Dicen que las madres de ahora somos demasiado sobre protectoras con nuestros hijos, que no los dejamos equivocarse o frustrarse, me pregunto qué opinas de eso, apuesto que piensas diferente.
¿Lo has podido superar?¿Has podido perdonarte?
Perdóname si te bombardeo con tantas preguntas de las que probablemente no tengas respuestas, solo soy una madre depositando mis miedos en esta carta esperando aliviar un poco el peso de traerlos encima. Tratando de aprender de todos los hubieras que seguramente repasas en tu cabeza y que lejos de brindar alivio solo te torturan más.
Siento haber pensado lo peor de ti sin conocerte. Realmente solo eres una proyección de mis miedos y cuando te juzgué horriblemente, en realidad me estaba juzgando a mí en ti. Las madres podemos ser muy duras con nosotras mismas.
Al final no importa cuántas preguntas hagamos o cuántas madres cuestionemos, no hay una repuesta correcta que nos garantice ser buenas madres. Todas en algún momento nos vamos a equivocar, así que solo nos queda saber reconocer nuestros errores, aprender de ellos y esperar que no sea demasiado tarde.
Ojalá bastara con amarlos ¿no?
Con cariño
Una madre desconocida.
Hola Elena de 16 años, ¿qué tal la vida? ¿Ya has estrenado tu licencia de manejar? Apuesto que estás ansiosa por irte manejando a la prepa. Te escribo desde el futuro para platicarte sobre un problema que te va a joder un poco la vida y que tal vez puedas evitar con mi (tu) ayuda.
No te asustes, todo marcha bien. Ahora tienes 36 años, tienes una familia que te hace muy feliz, un esposo que dejaré en el anonimato para no spoilear la diversión y dos hijos de los cuales tampoco revelaré detalles.
Primero, quiero decirte que en todo este tiempo has cambiado y has crecido mucho como persona; pero después de todos estos años hay una pequeña cosa que nos sigue dando un poco de problemas.
¿Ves como tu mamá siempre te dice hasta el cansancio que limpies tu cuarto y seas más ordenada? Bueno, te convendría hacerle caso en eso de tener buenos hábitos. Ya sé lo que me vas a decir: “¿Para qué hacerlo ahora, si de todos modos voy a tener que hacerlo todos los días de mi vida adulta? No voy a desperdiciar mi valioso tiempo de juventud bla, bla, bla”. Y tienes un punto, pero resulta que eso de aprender buenos hábitos se vuelve más difícil con la edad, y tenerlos es algo útil cuando quieres enseñarle a tus pequeños hijos, pues, buenos hábitos. Enseñarles a ser limpios y ordenados es algo muy importante para su desarrollo, pero más importante, para que no tengas que hacerlo todo tú sola – ¡Tranquila, no te he traicionado en eso!
Pero aquí viene lo interesante con los niños, resulta que ellos aprenden con el ejemplo. Así es, les puedes decir mil veces algo, pero si no te ven tender tu cama y ordenar tus cosas, no te van a creer nada y harán exactamente lo que tú hagas. De hecho, aún si lo haces bien, no es seguro que te imiten esa parte y de todos modos tengas que pedírselos una y otra vez. Pero definitivamente tienes más probabilidades de conseguirlo si te ven hacerlo.
¿Qué hay de tu esposo? Bueno, dije que no iba a spoilear la diversión, además has aprendido que si quieres ver un cambio en el mundo, o tu propia casa, debes empezar por ti, por eso esta carta.
¿Muchacha de la limpieza? Claro, puede ir los días que quieras, pero al final ella no le inculcará eso a tus hijos.
Escucha, sólo tienes que empezar a tender tu cama antes de irte a la escuela; usar ese mueble que le llaman clóset para lo que sirve en vez de tu cama, silla o escritorio –Y sí, para lograrlo es probable que tengas que levantarte más temprano.
Acostumbrarte a lavar tu ropa con más frecuencia sin esperar a que tengas que usar tu traje de baño de ropa interior. Créeme, en un futuro la ropa se multiplicará más que los panes de Cristo y no sabrás de dónde sale tanta.
Empezar a invertir tiempo en la cocina porque de alguna manera –contra todos los pronósticos– terminaste a cargo de eso.
Sí, ya sé que te da una flojera horrible hacer todo lo que acabo de decir pero es por tu propio bien. –Ah sí, lo siento, no se cómo decirte esto, pero ahora eres una mamá y has empezado a hablar como una, fue inevitable.
Sabes qué, pensándolo bien, mejor olvídalo. Te conozco, tu flojera es capaz de hacerte cambiar de opinión y tal vez hasta decidas que lo de casarte y tener hijos no es para ti, y esto resultará peor que cuando Mc Fly rescató a su padre y casi borra a toda su familia.
Le escribiré a mi yo de 20 años a ver si tengo más posibilidades. Por cierto, qué bueno que te gusta manejar, porque se ha convertido en gran parte de tu vida. Cuidado con el carro verde en frente de ti en Boulevard Acapulco, ¿o era gris?, no lo sé, mejor ten cuidado siempre. Sigue bailando por la vida.
Atte.
Tu versión más sabia de 36 años.
Andrés (7 años) y papá
No pude evitar renombrar con esta lógica varias partes del cuerpo que antes no tenían pelo y ahora sí. ¿Ustedes?
Hace unos días me tocó escuchar en el baño de una plaza comercial a dos chicas adolescentes que hablaban sobre otras chicas que les parecían bonitas. No presté atención a toda la conversación porque yo estaba concentrada en lo mío, pero hubo una frase que no pude evitar escuchar "...ella está bonita...es que tiene un moreno bien, no moreno mexicano..."
¡Wow, wow, wow! ¡¿Qué dijiste puberta?!
En una frase habían despreciado el color de mi raza (aunque yo sea más pálida que los vampiros de Crepúsculo), y a todos los mexicanos. Quise lanzarles una mirada de repudio, pero las chicas seguían dentro de los sanitarios. Me marché enojada, preguntándome, "¿cuál es el moreno bien y cuál es el moreno mexicano?" Pero más sorprendente, ¿cómo un mexicano podría decir algo así de su propia raza?
Malena bromea con su papá de que es el más café (moreno) de la casa, así como bromean conmigo de que soy la más transparente. Pero eso no es racismo, ¿verdad? -me digo a mi misma-. Claro que no, porque somos nosotros, nosotros nunca diríamos eso... ¿o sí? ¿Acaso mis hijos están aprendiendo eso, y en un futuro dirán algo así en un baño público platicando con sus amigos?
Constantemente les hablamos del racismo, que no está cool pensar que eres menos o más por tu color de piel. Pero de todos modos quise reafirmarlo con este triste caso de la vida real.
Les conté lo que había pasado y cómo me había enojado haber escuchado ese comentario y les platiqué la idea de esta foto para demostrar que en México hay muchos tonos de piel y todos son hermosos. Que nosotros estamos orgullosos de nuestros colores y de ser mexicanos, y no nos gusta que hablen mal de los nuestros.
Por eso, he aquí nuestros pantones mexicanos. ¿Cuáles son los suyos?
#hechoenmexico #pantonemx #pantonesmexicanos
¡Wow, wow, wow! ¡¿Qué dijiste puberta?!
En una frase habían despreciado el color de mi raza (aunque yo sea más pálida que los vampiros de Crepúsculo), y a todos los mexicanos. Quise lanzarles una mirada de repudio, pero las chicas seguían dentro de los sanitarios. Me marché enojada, preguntándome, "¿cuál es el moreno bien y cuál es el moreno mexicano?" Pero más sorprendente, ¿cómo un mexicano podría decir algo así de su propia raza?
Malena bromea con su papá de que es el más café (moreno) de la casa, así como bromean conmigo de que soy la más transparente. Pero eso no es racismo, ¿verdad? -me digo a mi misma-. Claro que no, porque somos nosotros, nosotros nunca diríamos eso... ¿o sí? ¿Acaso mis hijos están aprendiendo eso, y en un futuro dirán algo así en un baño público platicando con sus amigos?
Constantemente les hablamos del racismo, que no está cool pensar que eres menos o más por tu color de piel. Pero de todos modos quise reafirmarlo con este triste caso de la vida real.
Les conté lo que había pasado y cómo me había enojado haber escuchado ese comentario y les platiqué la idea de esta foto para demostrar que en México hay muchos tonos de piel y todos son hermosos. Que nosotros estamos orgullosos de nuestros colores y de ser mexicanos, y no nos gusta que hablen mal de los nuestros.
Por eso, he aquí nuestros pantones mexicanos. ¿Cuáles son los suyos?
#hechoenmexico #pantonemx #pantonesmexicanos
8:00 a.m. Los niños siguen dormidos porque están de vacaciones, de hecho llevan 35 días con 18 horas de vacaciones pero, ¿quién está contando?
10:00 a.m. Desayunamos lo que encontramos y tomo mi café esperando que me rescate de ésta resaca de ser madre. Es uno de esos días que no encuentro energía para existir.
10:30 a.m. Dejo de ver Instagram porque solo me recuerda todo lo que tengo ganas de hacer y que no he podido encontrar el tiempo para hacerlo. Hacer ejercicio y bañarme suenan como metas más realistas de cumplir y con más posibilidades de ayudarme a volver un poco a la vida.
10:34 a.m. Mientras trato de despegarme del sillón, los niños se inspiran con los malditos videos que prometen hacer manualidades en 5 minutos y sacan todo el cartón que tenemos para reciclar.
10:35 a.m. Mi intuición de madre quiere decir NI DE PEDO los dejes, van a hacer un desmadre y ni siquiera acabarán la manualidad. Pero no le hago caso. Decido dejarlos ser creativos y que se diviertan. Mejor eso a que me estén preguntando si pueden ver tele cada 5 minutos.
10:45 a.m. Los niños no me han pedido ayuda, mi intuición ha fallado esta vez.
10:46 a.m. Me pongo ropa deportiva y extiendo mi tapete para hacer ejercicio.
10:49 a.m. Estoy sentada sosteniendo una pistola de silicón, desesperada porque la maldita manualidad se pone cada vez más difícil y no hay esperanza de levantarme pronto de ahí. ¡Odio tener razón!
11:00 a.m. Ellos ya no están haciendo nada más que repasar el video del tutorial y darme instrucciones. Parte de mí quiere convencerlos de que dejemos por la paz el proyecto y la otra parte no quiere que aprendan que pueden renunciar a algo sólo porque parece difícil.
11:08 a.m. No puedo fingir por más tiempo mi falso entusiasmo y disimuladamente dejo de ayudarles. Ellos cambian de actividad dejando todo a medias, tirado... y entonces exploto.
11:14 a.m. Grito sobre su falta de compromiso hacia la actividad y sobre otras cosas que ya no recuerdo, y mientras sigo gritando, sé que estoy mal y que esto no acabará bien. Aún así, sigo. No puedo detenerme, mi frustración y desesperación no se van a rendir tan fácilmente.
11:18 a.m. Por fin me detengo antes de causar más daños y me voy a mi cuarto a tratar de respirar profundo, pero es demasiado tarde, ahora están gritándose entre ellos.
11:25 a.m. Oírlos gritar me desespera aún más y grito. Grito que dejen de gritar. Les reclamo que no me dejaron hacer ejercicio y ni siquiera soy tan fan del ejercicio.
11:28 a.m. Los pongo a ordenar todo y me voy a mi cuarto de nuevo para llorar por el desastre que he causado. Me siento horrible. No quiero estar aquí. No quiero ser mamá hoy y ésta es mi manera de hacer berrinche.
12:05 p.m. Me meto a bañar esperando que el champú y el jabón puedan lavar todo. Me quedo más tiempo de lo normal en la regadera haciendo un examen de consciencia y en eso me acuerdo que alguien un día me dijo que nunca escribía cosas malas de mí. Bueno, aquí está la oportunidad. Este es mi punto más bajo en la maternidad. Donde todo lo aprendido y leído se va a la mierda.
12:35 p.m. Salgo del baño con las palabras brotando en mi cabeza, dispuesta a escribir y desahogarme, pero me dicen que ya tienen hambre y dejarlos con hambre sería suicidio.
1:33 p.m. La inspiración para escribir se va por el caño mientras lavo los trastes que quedan después de comer.
3:30 p.m. Ellos están en su cuarto y yo en el mío. Están jugando en lugar de recoger el desmadre que tienen en su cuarto. Decido ignorarlo y sigo acostada inerte y llena de culpa.
6:59 p.m. Me he mantenido aislada cual niño que está causando el desmadre en el salón. Tranquila, me levanto por fin de la cama para ir al Oxxo de la esquina por leche, pan y algo de merienda. Tal vez caminar nos mejore las cosas.
7:10 p.m. Llegamos y nos dicen que no hay sistema para pagar con tarjeta y yo casi no traigo efectivo. En afán de enmendar mi comportamiento, decido gastarme lo poco que traigo en galletas para ellos en vez de leche y pan.
8:05 p.m. Papá ya está en casa y puedo camuflarme con la cama mientras vemos una película todos acostados.
11:00 p.m. Los niños se van a dormir. Ya no hay tiempo de ver una serie que no sea infantil, pero no importa, solo quiero que se acabe el día. Algunos días no tienen finales felices, pero está bien, mañana tendré otra oportunidad de hacerlo todo mejor. Mañana podré intentar de nuevo ser una mejor mamá.
10:00 a.m. Desayunamos lo que encontramos y tomo mi café esperando que me rescate de ésta resaca de ser madre. Es uno de esos días que no encuentro energía para existir.
10:30 a.m. Dejo de ver Instagram porque solo me recuerda todo lo que tengo ganas de hacer y que no he podido encontrar el tiempo para hacerlo. Hacer ejercicio y bañarme suenan como metas más realistas de cumplir y con más posibilidades de ayudarme a volver un poco a la vida.
10:34 a.m. Mientras trato de despegarme del sillón, los niños se inspiran con los malditos videos que prometen hacer manualidades en 5 minutos y sacan todo el cartón que tenemos para reciclar.
10:35 a.m. Mi intuición de madre quiere decir NI DE PEDO los dejes, van a hacer un desmadre y ni siquiera acabarán la manualidad. Pero no le hago caso. Decido dejarlos ser creativos y que se diviertan. Mejor eso a que me estén preguntando si pueden ver tele cada 5 minutos.
10:45 a.m. Los niños no me han pedido ayuda, mi intuición ha fallado esta vez.
10:46 a.m. Me pongo ropa deportiva y extiendo mi tapete para hacer ejercicio.
10:49 a.m. Estoy sentada sosteniendo una pistola de silicón, desesperada porque la maldita manualidad se pone cada vez más difícil y no hay esperanza de levantarme pronto de ahí. ¡Odio tener razón!
11:00 a.m. Ellos ya no están haciendo nada más que repasar el video del tutorial y darme instrucciones. Parte de mí quiere convencerlos de que dejemos por la paz el proyecto y la otra parte no quiere que aprendan que pueden renunciar a algo sólo porque parece difícil.
11:08 a.m. No puedo fingir por más tiempo mi falso entusiasmo y disimuladamente dejo de ayudarles. Ellos cambian de actividad dejando todo a medias, tirado... y entonces exploto.
11:14 a.m. Grito sobre su falta de compromiso hacia la actividad y sobre otras cosas que ya no recuerdo, y mientras sigo gritando, sé que estoy mal y que esto no acabará bien. Aún así, sigo. No puedo detenerme, mi frustración y desesperación no se van a rendir tan fácilmente.
11:18 a.m. Por fin me detengo antes de causar más daños y me voy a mi cuarto a tratar de respirar profundo, pero es demasiado tarde, ahora están gritándose entre ellos.
11:25 a.m. Oírlos gritar me desespera aún más y grito. Grito que dejen de gritar. Les reclamo que no me dejaron hacer ejercicio y ni siquiera soy tan fan del ejercicio.
11:28 a.m. Los pongo a ordenar todo y me voy a mi cuarto de nuevo para llorar por el desastre que he causado. Me siento horrible. No quiero estar aquí. No quiero ser mamá hoy y ésta es mi manera de hacer berrinche.
12:05 p.m. Me meto a bañar esperando que el champú y el jabón puedan lavar todo. Me quedo más tiempo de lo normal en la regadera haciendo un examen de consciencia y en eso me acuerdo que alguien un día me dijo que nunca escribía cosas malas de mí. Bueno, aquí está la oportunidad. Este es mi punto más bajo en la maternidad. Donde todo lo aprendido y leído se va a la mierda.
12:35 p.m. Salgo del baño con las palabras brotando en mi cabeza, dispuesta a escribir y desahogarme, pero me dicen que ya tienen hambre y dejarlos con hambre sería suicidio.
1:33 p.m. La inspiración para escribir se va por el caño mientras lavo los trastes que quedan después de comer.
3:30 p.m. Ellos están en su cuarto y yo en el mío. Están jugando en lugar de recoger el desmadre que tienen en su cuarto. Decido ignorarlo y sigo acostada inerte y llena de culpa.
6:59 p.m. Me he mantenido aislada cual niño que está causando el desmadre en el salón. Tranquila, me levanto por fin de la cama para ir al Oxxo de la esquina por leche, pan y algo de merienda. Tal vez caminar nos mejore las cosas.
7:10 p.m. Llegamos y nos dicen que no hay sistema para pagar con tarjeta y yo casi no traigo efectivo. En afán de enmendar mi comportamiento, decido gastarme lo poco que traigo en galletas para ellos en vez de leche y pan.
8:05 p.m. Papá ya está en casa y puedo camuflarme con la cama mientras vemos una película todos acostados.
11:00 p.m. Los niños se van a dormir. Ya no hay tiempo de ver una serie que no sea infantil, pero no importa, solo quiero que se acabe el día. Algunos días no tienen finales felices, pero está bien, mañana tendré otra oportunidad de hacerlo todo mejor. Mañana podré intentar de nuevo ser una mejor mamá.
He aprendido muchas lecciones en todos mis años de maternidad. Pero forrar libros con contac me enseñó unas muy valiosas en sólo un día.
- Hay cosas en la vida que no puedes controlar, aunque (literal) parezca que están en tus manos.
- Nadie ni nada es perfecto. Debemos aprender a vivir con nuestras burbujas.
- Las cosas a veces no salen como tú las quieres y eso esta bien.
- A veces tratar de volver a hacer lo que nos salió mal sólo empeora las cosas. Es mejor dejarlo pasar, aprender de nuestros errores y seguir adelante.
- Los grandes retos de la vida pueden venir de donde menos lo esperas.
- Llorar no es una debilidad.
- Las soluciones fáciles siempre traen consigo un precio que pagar (como $10 por libro).
- Toma cada tarea con humildad.
- No esperes ser un master en algo si sólo lo practicas un día al año.
- Nunca juzgues a un libro por su forrado.
No soy de propósitos de año nuevo, pero sí de nuevo ciclo escolar. Es la oportunidad para volver a intentar ser la mamá triunfadora que tiene toda su vida y la de sus hijos en orden. Además, hacer esta lista me ayuda a empezar motivada las levantadas temprano y la cansada rutina del día a día.
- Dormirnos temprano desde días antes para que no nos pegue tanto el horario
- Llevar todos los útiles completos, forrados y etiquetados desde el primer día
- Levantarlos con música para evitar el mal humor
- Hacer lonches más variados
- Salir temprano y con una sonrisa
- Vestirme más decente para dejar a los niños en la escuela
- Hacer ejercicio en vez de dormir otro rato más después de dejar a los niños
- Aprovechar mi tiempo sola para ordenar la casa
- Aprovechar mi tiempo sola para encontrar la inspiración
- Aprovechar mi tiempo sola para bloguear
- Aprovechar mi tiempo sola para sacar ese proyecto que no he podido sacar
- Aprovechar mi tiempo sola para freelancear
- Aprovechar mi tiempo sola para tener tiempo a solas
- Anotar en el calendario las actividades de los niños y poner alarma para checar el calendario
- Planear la comida un día antes para no terminar improvisando
- Tener solo los chats escolares de whatsapp que sean necesarios y revisarlos a la hora de las actividades extra curriculares de los niños en las que no alcanzo a hacer nada más y me tengo que quedar ahí esperando
- Tener más paciencia para ayudarles con la tarea y respirar hondo cada 10 veces que tenga que pedirles que se concentren
- Organizar los horarios para cada actividad para que les quede un rato para jugar
- Respetar los horarios por más de dos semanas antes de volver a cambiarlos
- Hacer un playlist relajante para mantener la cordura en el tráfico de la hora pico con niños ansiosos, inquietos o cansados en el asiento trasero
- Pedirles que se metan a bañar 20 minutos antes de la hora que deben meterse a bañar, pastorearlos hasta el baño y asegurarme que se metan a bañar.
- Cenar todos juntos sentados
- Llevarlos a dormir y rezar con calma, no importa que todavía haya luz del día
- Dormirme temprano para no estar jodida al día siguiente
- Poner alarmas para recordar todo lo anterior
¡Que tengas un muy feliz año nuevo escolar!
Por meses he estado pensando sobre el asunto de la ley de aborto. Escuché los argumentos verdes y los celestes, y no podía decidir mi postura. Así que, para entender un poco más a fondo la razón de miles de mujeres en las calles de Argentina, me fui atrás, muy atrás, y recordé algunas cosas.
Me fui a cuando mis padres me dieron las tan esperadas pláticas de sexualidad, donde me expusieron todo el panorama de lo que implicaba tener sexo.
Lo primero que aprendí, es que la consecuencia de tener sexo es un embarazo, esta parte no lo dice el patriarcado, ni es algo impuesto por el machismo, es simplemente como funciona nuestro cuerpo. Que así como es la manera de procrear, es también un recurso de placer. Así que, básicamente cada vez que tuviera sexo sin protección, solo por placer, estaba jugando a la ruleta rusa y el premio (o castigo) sería un embarazo.
Antes incluso de entender bien cómo es que sentiríamos placer, aprendí que el peor panorama de tener sexo, es quedar embarazada y convertirme en madre soltera a una corta edad, truncando todos mis sueños profesionales y dejándome con pocas ventajas en la vida. Que muchos hombres son unos cabrones que solo quieren sexo y en caso de un embarazo es muy probable que no me respalden. Que me van a decir que no es de ellos, lo cual me hace una puta, que los quise amarrar o simplemente desaparecerán.
Esto me hizo entender, a mis 14-15 años, que como mujer tenía las de perder en esta situación de sexualidad. Que los hombres podían andar haciendo “lo suyo” (como si solo fuera de ellos el placer) mientras que yo tenía que ser inteligente para elegir bien con quién y cuándo, con la misma madurez que elegí ser la Spice Girl Sport. Y déjenme decirles, que hasta ahora, no me arrepiento de ninguna de esas decisiones.
Me pregunto cuáles eran las pláticas que tenían con los hombres pubertos sobre este tema. ¿También les decían que lo más seguro es que fueran unos cabrones que solo quieren tener sexo o que nosotras lo éramos?
Después aprendí que para evitar los embarazos no deseados existían los anticonceptivos, el condón, las pastillas y otros más que se oían muy incómodos e invasivos. Un porcentaje de estos anticonceptivos alteraba nuestro proceso hormonal y se volvían una cosa de experimento a prueba y error con nuestros cuerpos. De todos estos, solo el condón era para el hombre y con sus hormonas nunca nadie se metía (no fuera a hacerlos impotentes).
Otra cosa que aprendí, por casos reales y no solo la paranoia de mi madre, es que el cuento del hombre lobo sí existe, solo que en lugar de la luna llena, solo se necesita una minifalda, que sea de noche y que estés caminando sola hacia tu casa, para que el hombre se convierta en una bestia que no pueda controlar sus instintos de poseerte, y te viole. Y que si aún sabiendo esto, decidías darles el beneficio de la duda porque al final son seres racionales, y te pasaba, entonces lo habías pedido a gritos y era tu culpa.
Sí, esta sexualidad machista apesta. Le ha dejado la responsabilidad de una sexualidad sin embarazos no deseados solo a la mujer, porque es la que se embaraza. Hace responsable a la mujer de sus propias violaciones y de los feminicidios porque se atrevió a andar sola. Ella es la que tiene que llevar la carga emocional de dejar un hijo en adopción. La llama mamá luchona porque tal vez así deje de abarrotar los juzgados quejándose de que el padre, que se ha olvidado de sus hijos, no ha pagado la pensión en varios meses, mientras que a los hombres nadie les llama papás desertores o cobardes, y eso sería decirlo bonito.
La sociedad le ha fallado a la mujer a tal grado que ha tenido que llegar a exigir que le permitan decidir abortar para sentir que el machismo no la controla por completo. A tal grado, que a la hora de un embarazo no deseado, por la causa que sea, la mujer prefiera practicarse un aborto clandestino del cual el padre tal vez ni se entere y ella probablemente no salga viva.
Sí, yo también estoy encabronada y harta, pero querer acabar con el problema de las muertes de mujeres por abortos clandestinos, es una meta muy corta, es querer tapar el sol con un dedo.
Es un hecho que las cosas tienen que cambiar y leyes se tienen que hacer, pero yo no creo que ésta sea la ley. Yo no creo que una ley para despenalizar el aborto sea la solución (a excepción de casos de violación). Esta solución sólo va a cambiar el numero de muertes por abortos clandestinos, y eso es conformarnos con muy poco a un precio muy alto; el cual una vez más, tendrá que pagar la mujer, dejándola con el dilema moral de dar o negar vida. Un dilema moral que no debería corresponderle a ella sola porque es una consecuencia de un acto que involucró a dos personas. ¿Cuándo vamos a empezar a hacer responsable al hombre?
Con esta ley, dejamos que las cosas sigan igual, dejamos que el machismo gane. Las violaciones y los abusos hacia la mujer continuarán, el hombre seguirá libre de culpa y responsabilidad de los embarazos no deseados. Todo seguirá igual, solo que ésta vez, en lugar de ser uno el que se desentiende de las consecuencias, serán ambos. En eso sí seremos iguales.
Pareciera que en esta ocasión, el feminismo no desaprueba el machismo, sino le tiene envidia y quiere ser igual que él.
Malena (9 años) y Andrés (7 años) |
Creo que acababa de mostrarles y leerles algo de Pictoline porque somos super fans, sobre algún personaje o suceso en 1932, no estoy segura, igual y ni me crean esa parte.
El caso es que de alguna manera la conversación llegó a esto tan filosófico. Yo ni me metí en la conversación para ver qué más decían, pero ahí acabó el tema.
¿Qué les parece?
Desperté con los pliegues de la colcha marcados en mi cachete y un sentimiento de culpa pegado en la consciencia.
¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? ¿Dónde están los niños?
Respiré aliviada cuando los vi dormidos a mi lado. Habíamos dormido dos horas seguidas en medio de una tarde cualquiera. Ya sé, eso no es de una mamá-luchona-multitask-levantadora de imperios, pero no pude resistirme al verano. Su tarde calurosa y el zumbido del ventilador encendido en la velocidad más alta, me arrullaron y caí dormida sin poner alarmas, ni preocuparme si en la noche tendríamos sueño o no. Fue delicioso y más placentero que escuchar a mi esposo decir “Yo lavo los platos”.
Aún así, me levanté mirando a todos lados como para asegurarme que nadie hubiera visto, pero ahí estaba, un mensaje pendiente de mi esposo. ¿Qué hacen?– preguntaba. Podía sentir todas las letras de esa pregunta juzgándome.
Un poco avergonzada me pregunté si debía decirle la verdad o inventarle algo, aunque ya habían pasado 30 minutos desde que había mandado el mensaje y era muy probable que ya lo sospechara. ¿Qué sentirá si le digo que estuvimos dormidos mientras que él esta trabajando arduamente en horario de oficina con la opción latente de horas extras?
Le dije la verdad – Nos quedamos dormidos y nos estamos levantando.
Dichosos ustedes – Me contesta.
Y esa frase, aunque era verdad, me hizo sentir más culpable. Tal vez debería estar buscando más proyectos freelance aprovechando que ellos duermen, limpiando más cosas, haciendo más mandados, algo que me haga tener mis días más ocupados para cumplir con el estándar de productividad de un adulto responsable madre de familia-luchona-triunfadora.
¿Pero para qué lo haría? ¿Para complacer a los demás? ¿Para sentir que valgo como mujer para los demás? ¿Para ganarme el título?
Hemos convertido a la mujer - madre en esta figura mitológica que debe ambicionar el mundo como conquistador, amamantar a las crías como diosas de la fertilidad, pelear incansables por las causas como guerreras, permanecer en vigilia cuidando a los demás como monjas, buscar un lugar para encontrarse con ella misma, y si alcanza el tiempo, abrir las piernas para tener un poco de placer después de un día tan ajetreado. ¡Uff! Tal vez por eso me dormí tanto.
Si tomarme la vida más relajada, sin tener llenos todos los días con mil cosas qué hacer, solo para poder decir que tengo mil cosas que hacer cada vez que me lo pregunten, significa renunciar al título de mamá-luchona-corredora de maratones, puedo vivir perfectamente con eso. Seré solo una mujer que disfruta de ser madre y tomar siestas de dos horas de vez en cuando con sus hijos y que aún así puede ser una gran mujer.
Entonces, la parte de sentirme culpable de disfrutar ya estaba arreglada en mi consciencia, pero el tema de mi esposo trabajando arduamente mientras yo disfruto la vida, seguía molestándome como callo después de haber bailado toda la noche.
Así que, cuando llegó exhausto de su día quise platicar casual sobre el tema, sin sospechar que me respondería cual Deepak Chopra, diciéndome con la serenidad que solo tiene cuando le acaban de depositar, que cada quien tiene sus momentos para disfrutar dentro de su rutina diaria. Que de hecho a veces se ha sentido igual, por ejemplo, cuando le toca viajar a algún lugar nuevo y turístico por trabajo y nosotros nos quedamos aquí. Y ese pensamiento lo libera de la culpa para disfrutar lo que puede. Porque está consciente de lo que nos esforzamos cada uno en nuestro rol. ¡AMÉN!
Tenía sentido y se la compré. Por fin respiré aliviada sin rastro de culpa en mi consciencia. Obviamente las siestas sin culpa ya se han vuelto parte de nuestra rutina de verano después de eso.
Así que si estabas sintiendo culpa por pasar las vacaciones en pijama la mayoría del tiempo, por ver mucha tele, aunque sean programas infantiles, por divertirte mucho con tus hijos, por enlistar parques, lugares que visitaste o postres que comiste en vez de todas las cosas que siempre dices que tienes que hacer, espero con este post liberarte de ella y que disfrutes tu verano sin culpas. ¿Para qué son los veranos sino para disfrutar?
Como bien dijo mi esposo: dichosa yo, y nunca hay que sentir culpa de ser dichosa, hay que disfrutarlo.
Por eso yo voy a disfrutar y aprovechar sin remordimiento los días donde no hay nada que hacer, porque es raro que vengan en manada. Disfrutar dormir si tengo sueño y puedo, porque realmente es algo que disfruto mucho.
Llegará un tiempo donde tal vez esas siestas ya no sean posibles, y quien sabe, tal vez en ese momento se me antoje levantar un imperio.
Tengo que confesar que regularmente no soy tan fanática del futbol, pero el mundial siempre me pega con todos sus síntomas irremediablemente como los piojos a los niños del salón del kínder. Y todo es culpa de las monjas.
Mi primer mundial lo viví en el 94. Tenía 11 años, apenas empezaba a preocuparme de la próxima aparición de bubis que me habían prometido y que por cierto no llegó hasta mi primer embarazo. Las vacaciones en esos tiempos empezaban hasta julio, así que cuando empezó el mundial aún seguíamos en lo salones de clases aburriéndonos de lo lindo.
Mi colegio era de puras niñas, y sí, era dirigido por monjas estrictas que nos ponían a rezar y nos obligaban a usar faldas abajo de la rodilla… A-BA-JO DE LA RODILLA. Las clases las daban en su mayoría maestras, pero como Dios aprieta pero no ahorca, había algunos maestros de educación física y voleibol que ayudaban a nuestro desarrollo hormonal. Pero bueno me estoy desviando del tema.
Nos sacaron del salón haciendo una fila de chica a grande, ese año había avanzado unos lugares atrás en la fila. No sabíamos a dónde íbamos, solo que era algo que no estaba regularmente en el programa. Llegamos al auditorio, que era un salón que se usaba para varias actividades, pero ese día no había más que una tele cuadrada en frente, o era un proyector, no lo recuerdo bien. Nos sentamos en el piso, el auditorio estaba lleno. Era el partido de México contra no sé quién, pero era importante (si esperaban detalles de goles y demás, vuelvan a leer la primera línea). Bastó con respirarlo por unos minutos para que me contagiara totalmente de la emoción de estar esperando un gol y gritar cada vez que estaban cerca de la portería, de cualquiera. En ese momento me olvidé si la de a lado me caía mal o si me había ido mal en matemáticas, festejé igual con la de mi derecha y la de mi izquierda. Monjas, maestros y alumnas gritábamos emocionados como si fuéramos amigos, me parecía increíble, después de todos los esfuerzos que habían hecho durante el año de organizar eventos para la convivencia, solo necesitábamos un partido de México, 2 horas sin clases y una tele.
¡Empatamos! ¡Perdimos! No lo sé, solo recuerdo esa sensación y esa adrenalina que experimenté y que me gustó. Después de eso no quería volver a mi día normal. ¿Nos vamos al salón? ¿Por qué? ¿Cómo podemos seguir nuestro día como si nada estuviera pasando, cuando en otro lado del mundo hay gente nerviosa por ganar el siguiente partido? Volvimos al salón y traté de seguir mi día normal.
Sin planearlo ese verano algo había cambiado. Dejé de ser la niña que era y me convertí en una niña que terminaba la primaria pensando que México algún día podría ser campeón del mundo. Años han pasado y de peores mundiales me he recuperado, pero siempre recordaré mi primer mundial, ese que las monjas me obligaron a ver sin saber lo que harían en mí.
Al final con su falda abajo de las rodillas y el rosario en la mano, ellas me contagiaron su fe en que México sería campeón del mundo algún día.
Mamá y Malena (8 años)
*Se escucha un rechinido de puerta al final*
Una vez más comprobé que sabe más de lo que yo creo que sabe. Para ella cuando morimos solo dejamos de existir físicamente pero no dejamos de estar. Pfff #Mindblowing
Yo por si las dudas la observo a ver si no la encuentro hablando "sola" derrepente.
Definitivamente con los niños siempre hay conversaciones interesantes.
Ahora que está por empezar el verano, siempre es bueno estar preparado y tener unos buenos libros o cuentos que sirvan también de juego y puedan entretener por un rato a niños que piden la televisión cada 5 minutos.
Hice una lista de los libros para jugar que más han usado mis hijos. Tal vez les puedan gustar a tus hijos también o puedas encontrar más opciones del mismo autor que apliquen más con los temas que le gustan a los tuyos.
Y no solo aplican para el verano, piensa en todas las situaciones donde cedes a pasarle el smartphone a tu hijo y reemplázalo con uno de estos tipos de libros y ya está, culpa eliminada y premio a la mejor mamá/papá del año.
Martin Handford
Dónde está Wally es un clásico que todos conocemos. Acá el que lo agarra más es Andrés pero curiosamente siempre que lo agarra es como un imán y no podemos evitar ir a buscar a Wally con él.
MI GRAN LIBRO DEL ESPACIO (BIG AND BUSY SPACE)
Jo Douglass
Con este libro puedes aprender y jugar al mismo tiempo. Es el tipo de libro que tiene muchas pestañitas, ventanitas y cositas para mover y descubrir en cada página. El tema del espacio es uno de los favoritos de Andrés pero con este tipo de interacción siempre hay de varios temas.
Keri Smith
UN CAMINO FANTÁSTICO Android / iPhone iPad
Esta es la opción digital de cuento para jugar. Seguro si tienes un iPad o tablet la llevas a todos lados cuando tienes niños (por si se ofrece). En este cuento el lector tiene que tomar la decisión de qué camino debe tomar el personaje para lograr su objetivo. Por lo tanto tiene finales múltiples y nos regala muchos minutos de conversación con adultos a los papás.
Me gusta mucho porque me libera un poco en esas situaciones de comidas en restaurantes o viajes en auto y da un descanso a estar viendo videos de Youtube. Y a los niños les gusta estar averiguando diferentes finales, lo cual les lleva un rato.
Así que ya tienes más opciones de entretenimiento para este verano o para regalar en todas esas fiestas que se acumulan en estos meses.
Así que ya tienes más opciones de entretenimiento para este verano o para regalar en todas esas fiestas que se acumulan en estos meses.
Me enseñaron a no hablar de eso porque ewwww qué asco, a esconder la toalla sanitaria o el tampón, a sentirme mal porque me cambia el humor, a tener miedo de meterme a la alberca.
Me han comparado con seres poseídos por demonios, me han llamado loca, me han ignorado, han desacreditado mis sentimientos solo por andar en mis días, incluso han hecho “chistes” (en mi cara) de no poder confiar en mi por mi capacidad de sangrar por más de 3 días y no morir en el proceso…ja… ja… son súper graciosos.
Si la menstruación le pasa a todas las mujeres, por qué todavía no se maneja con el respeto y la empatía que se merece. Después de todo esto, no me extraña que la mayoría de las mujeres no sepamos llevar bien nuestros períodos.
¿Acaso estamos enojadas con nuestro período y por eso peleamos tanto contra él?
Siempre les digo a mis hijos que no está mal enojarse, que lo que puede estar mal es como manejes el enojo. Y pienso que aplica igual con mi período. Puede ser algo desagradable o no tanto, dependiendo de cómo lo maneje.
Recuerdo una platica con una mujer que estaba entrando en su menopausia, ella decía que disfrutaba sus bochornos. Que cuando los sentía, hacía una pausa y solo los disfrutaba. Esa declaración fue un shock para mi totalmente. -¿De qué habla?- Llevo años escuchando mujeres sufrir y quejarse por todos los síntomas que trae la menopausia como si fuera el fin del mundo.
Una parte de mi nunca le creyó.
¡¿Se puede?!
Nos hemos obligado a pelear contra nuestros ciclos menstruales, a luchar contra los síntomas, a hacer el esfuerzo de actuar como si nada pasara y cumplir las demandas de nuestros días igual que siempre, e incluso a reprimir del todo ese proceso natural en nuestro cuerpo con pastillas, para poder seguir nuestra vida más cómodamente. ¿Por qué? Porque no queremos ser débiles, no queremos ser menospreciadas, queremos ser igual que cuando no estamos sangrando, teniendo cólicos y con cambios hormonales que traen muchos otros síntomas sorpresas. Porque no disfrutamos nuestros períodos.
Y si hacemos una pausa y tratamos de disfrutarlos.
Hace varios ciclos decidí cambiar mi perspectiva hacia mis períodos y dejar de poner cara de agh! cuando sentía el primer síntoma. Primero me hice consciente de todo lo que experimento en esos días, porque cambiaron algunas cosas después de los embarazos. Dolores, sensaciones, emociones, reacciones. Después me hice un par de preguntas: ¿qué quiero mejorar de mi período? y ¿qué necesito para hacerlo?
Mi período no es solo mío, sino de quien lo vive conmigo también.
Me di cuenta que además de hacer algunos cambios en mi rutina, también tenía que hablar con todos los que viven conmigo, tal vez no de madrazo, pero sí poco a poco ir explicándoles lo que siento y los cambios que quiero hacer.
Extrañamente primero empecé con mis hijos porque son los que más tiempo pasan conmigo. Quería que comprendieran por qué puede parecer que les cambiaron la mamá cuando regresaron de la escuela. Así que, cada mes, les explico por lo que estoy pasando y lo que pudiera pasar si los escucho pelear mucho tiempo (representación de bomba atómica) dándoles instrucciones precisas para su colaboración.
Por lo que al suceso sangriento se refiere, ese ya lo han visto debido a que las mamás tenemos cero privacidad para ir al baño, y aunque siempre he contestado la pregunta de - qué es eso - con la verdad, no daba muchos detalles. Ahora ya están más grandes y les doy un choro un poco más detallado, sin ser grotesca, del cual seguro pierdo su atención a los 2 segundos. Lo importante para mí es que lo escuchen y que no sea un tema tabú. Que Andrés sepa qué pasa con las mujeres y desarrolle un poco de empatía, y que Malena se sienta cómoda en un futuro y no sienta la necesidad de disculparse por lo que le pasa.
De hecho, para mi sorpresa, han mostrado mucha empatía y esos días solo les tengo que pedir una vez las cosas, y no porque me hagan caso a la primera, sino porque nos ignoramos mutuamente en armonía.
Después seguí con mi esposo, porque aunque lleva más de 100 ciclos a mi lado, todavía hay ciertas cosas que pueden mejorar. Con él dejé a un lado mi orgullo y mi temor de que mi período fuera a ser usado en mi contra y poco a poco le he dejado saber qué cosas no me ayudan y me hacen sentir mal y qué cosas puede hacer para ayudarme a llevarlo mejor (a final le conviene). Y supongo que si trabajara en una oficina seguiría con mis colegas… mmm no estoy segura aún de cómo lo manejaría.
Al mundo le urge que haya más directivas mujeres en todas las empresas. Y mujeres que no quieran comportarse como hombres sino aportar su valor como mujer y hacer empatía con las demás.
Así que sí, esos días me doy tiempo para descansar, cancelo actividades si no tengo ganas de hacerlas, los niños ven más televisión de lo normal, comen más chatarra o lo que puedan prepararse ellos solos y mi esposo se encarga de las crisis de los niños cuando está en casa. Esa es mi manera de disfrutar mi período por el momento y el mundo no se ha acabado por no seguir mi rutina de siempre. Mi objetivo es llevarlo relajada y sin detonadores de estrés (hasta donde se puede).
¿Tu cómo manejas tu período? ¿Tienes algún ritual para sentirte mejor? ¿Cómo podrías llegar a disfrutarlo? ¿Es un tema que platicas con tu pareja y tus hijos?
Aunque no lo crean, el tema de la religión es algo que realmente analicé cuando nos convertimos en padres. Honestamente la religión católica y yo tenemos nuestros desacuerdos, y eso me ha puesto en varios dilemas con respecto a la educación religiosa de mis hijos. Sin embargo la espiritualidad es algo muy importante en mi vida que me sostiene y me mantiene con el firme propósito de ser mejor persona cada día. Al final de cuentas, la religión que mis padres decidieron darme me ha formado como persona y me ha enseñado mucho, incluso a cuestionarla, bueno eso no me lo enseñó ella pero siempre he sido así.
Aunque espiritualidad y religión son cosas diferentes, en mi experiencia necesité de una para poder llegar a la otra. Después de mucho pensarlo me di cuenta que lo que más temo de la religión para mis hijos es que caigan en la obediencia ciega, sin cuestionar (aguas, no hablo de dar la contra), hacer solo porque alguien más lo dice o lo escribió. Que no tengan criterio propio o no se sientan libres de usar su libre albedrío como se supone es la intención.
¿Por qué ésta religión si entre ella y yo hay desacuerdos? Porque uno no puede enseñar lo que no conoce, porque tiene cosas muy valiosas y porque mi problema no es el qué, sino el cómo. Además que al igual que si cambiara de padres, seguramente en otra religión tendría otros desacuerdos. Pero más que nada porque como dije antes, es MI problema con ella, no el de ellos.
Al final llegué a la conclusión de que yo no soy quien para privarlos de conocerla y vivirla en carne propia, así como cuestionarla. Obviamente la opinión de su padre, que es más religioso que yo, tuvo algo que ver también, somos un equipo, no crean que yo decido todo… no… claro que no.
Este fin de semana hemos celebrado con Malena un paso más en su vida religiosa y espiritual haciendo la primera comunión, una prueba más de que está creciendo y todo se empieza a poner más interesante. Estamos muy orgullosos de ella porque ha llevado todo este proceso con más madurez que la de sus padres en sus tiempos. Mientras ella eligió de madrina a la persona más devota que conoce y que más le habla del tema, yo recuerdo haber elegido a mi madrina solo porque me caía bien y tenía una bebé que quería ver todos los días que se pudiera. Y aunque es más devota que nosotros, igual cuestiona todo lo que no le cuadra en lo que le van enseñando, y nosotros la animamos a pedir varias opiniones para que no se quede solo con la nuestra.
Es curioso revivir esta etapa y recordar la mía. Al igual que recuerdo haberlo hecho yo, Malena ha actuado lo más buena que ha podido estos días. Es todo un angelito, la amo.
Una de las cosas más satisfactorias para mi como mamá, es descubrir a alguno de mis hijos leyendo por iniciativa propia. No importa si es un libro de animales, una historia de suspenso (de las que Malena es fan), un cómic, o un diccionario (que curiosamente Andrés ha traído de moda), verlos leyendo siempre me hace sentir como que mis hijos podrían ser mejores candidatos que los que tenemos para presidentes.
Aunque con Malena estos momentos suelen ser más frecuentes, con Andrés es una historia diferente. Para ambos el hábito de la lectura siempre está en constante competencia con lo que el iPad y la televisión ofrecen, pero para Andrés es todavía más difícil que un libro atrape su atención lo suficiente como para preferir hacer eso a irse a jugar cualquier otra cosa. Tal vez por eso trajo de moda los diccionarios, textos cortos en formato pequeño. Por otro lado, Andrés todavía esta en el proceso de leer más fluido, y eso hace que le de un poco de flojera.
Una nueva app que nos presentaron cambió sorpresivamente eso en Andrés. Y qué bueno que nos la presentaron porque creo que no la hubiera encontrado yo sola. Normalmente no investigo tanto en juegos y apps para el iPad, y los niños lo usan para ver videos en YouTube, lo cual no es mucho de mi agrado porque tengo que estar pegada supervisando el contenido.
Esta app se trata de un cuento de múltiples finales creado por dos chicas que conocimos hace unos cuantos años y que inventaron a los Seedys. Unos personajes con personalidades muy diferentes que viven todos juntos en un árbol de cerezas.
En el cuento, el personaje de Sleepy se ha perdido y tiene que encontrar el camino de regreso a casa, pero en el transcurso de la historia, Sleepy tiene que decidir qué caminos tomar para poder lograrlo.
La primera vez que lo leí con Andrés, me sorprendió descubrir que cuando lee una historia, le gusta dramatizar las voces de los diferentes personajes. Creo que nunca lo había visto hacer eso, normalmente Malena es la que se encarga de las dramatizaciones. El factor de tomar decisiones convirtió la historia en un juego y pude notar que realmente analizaba las opciones tratando de pensar qué haría él para lograr el objetivo. La interacción con la historia fue cambiando los siguientes días volviéndose una búsqueda de nuevos finales. Siempre que encontraba un final nuevo me avisaba y me lo contaba emocionado.
Con Malena la sorpresa fue, que como niña pequeña, cada vez que leía el cuento, iba por el peluche de Sleepy para abrazarlo mientras leían… ¡Mi niña aún es una niña!
Yo por mi parte creo que es una muy buena opción porque fomenta la lectura, aprenden todo el concepto de que cada decisión que tomas te llevará a diferentes caminos (que últimamente les he pregonado mucho), no tengo que estar pegada supervisando que no les salga un video de reggaeton, y tenemos una opción más para esos días de reuniones donde no hay más niños con quien jugar, no hay mucho espacio o no se puede hacer ruido. Además todos estamos contentos, ellos porque yo les digo que “Sí” al iPad y yo porque estoy tranquila de que es un contenido sano y educativo.
El cuento se llama "Un camino Fantástico Pathbook" y es para niños de todas las edades, así que si tus hijos aún no leen, lo puedes leer con ellos, eso ayuda a hacer el hábito de la lectura en los niños y en los papás también. Esta disponible en la Play Store de Android y en iTunes para iPhone / iPad.
Es solo un sábado más y mientras otros están de fiesta yo estoy a las 12:44 am inflando globos en mi cama. No, no son esa clase de globos, ni es una nueva dinámica para reavivar la chispa del amor en nuestro matrimonio. Son globos normales de los que ponen las chavas godínez encargadas de los festejos de la oficina, pero esta vez se trata del cumpleaños de uno de mis hijos, y la razón por la que lo hago a esta hora es porque esta tradición de cumpleaños es sencilla pero con un toque decente de sorpresa y cursilería.
Después de toda una vida con el récord más bajo en gestos cursis, desde que soy mamá, ahora estoy a cargo de los detalles mágicos y especiales en la vida de mis hijos. Lo bueno es que su papá agarró el puesto del animador que juega con todos los niños en las reuniones y luego no se puede deshacer de ellos. ¡Fiuuu!
Así que haciendo mi mejor esfuerzo en este nuevo puesto, hace algunos años se me ocurrió lo que ahora se ha convertido en una tradición de cumpleaños para toda la familia. Uno de los cumpleaños de mis hijos tocaba en día de escuela, y con la rutina de todos los días, más un papá que saldría del trabajo tarde, el festejo pintaba para estar muy meh!, entonces, aprovechando que andaba inspirada para hacer algo lindo y mágico por mis hijos sin que el ratón de los dientes o santa se lleven el crédito, decidí empezar el cumpleaños con algo especial.
Me puse a inflar unos globos que tenía y les amarré un listón para pegarlos colgando del techo justo encima de su cama, para que lo primero que vieran cuando abrieran los ojos fueran globos de colores. No hay manera de que tu cumpleaños vaya mal si los empiezas con globos en tu cara, ¿no creen? (a menos que andes traumado con la película de Eso y sean todos rojos). Los globos son objetos que por sí solos son divertidos, tienen colores alegres, una forma muy amigable, son ligeros, flotan un poco mientras caen, y cuando están varios juntos automáticamente tienes una fiesta.
Esta tradición ha sido un triunfo para mi, porque es sencilla pero significativa, siempre sorprende y he podido mantenerla por varios años. Además es lindo ver como se entusiasman cuando lo hacemos para su papá.
¿Ustedes tienen alguna tradición de cumpleaños?
Después de toda una vida con el récord más bajo en gestos cursis, desde que soy mamá, ahora estoy a cargo de los detalles mágicos y especiales en la vida de mis hijos. Lo bueno es que su papá agarró el puesto del animador que juega con todos los niños en las reuniones y luego no se puede deshacer de ellos. ¡Fiuuu!
Así que haciendo mi mejor esfuerzo en este nuevo puesto, hace algunos años se me ocurrió lo que ahora se ha convertido en una tradición de cumpleaños para toda la familia. Uno de los cumpleaños de mis hijos tocaba en día de escuela, y con la rutina de todos los días, más un papá que saldría del trabajo tarde, el festejo pintaba para estar muy meh!, entonces, aprovechando que andaba inspirada para hacer algo lindo y mágico por mis hijos sin que el ratón de los dientes o santa se lleven el crédito, decidí empezar el cumpleaños con algo especial.
Me puse a inflar unos globos que tenía y les amarré un listón para pegarlos colgando del techo justo encima de su cama, para que lo primero que vieran cuando abrieran los ojos fueran globos de colores. No hay manera de que tu cumpleaños vaya mal si los empiezas con globos en tu cara, ¿no creen? (a menos que andes traumado con la película de Eso y sean todos rojos). Los globos son objetos que por sí solos son divertidos, tienen colores alegres, una forma muy amigable, son ligeros, flotan un poco mientras caen, y cuando están varios juntos automáticamente tienes una fiesta.
Esta tradición ha sido un triunfo para mi, porque es sencilla pero significativa, siempre sorprende y he podido mantenerla por varios años. Además es lindo ver como se entusiasman cuando lo hacemos para su papá.
¿Ustedes tienen alguna tradición de cumpleaños?
Si llegaras al grado de vivir sólo con lo que pudieras cargar en una maleta, ¿qué llevarías? O la versión más trágica: Si tu casa se estuviera incendiando, ¿qué salvarías? Cualquiera de las dos se vuelve más complicada cuando lo piensas para una familia de 4.
Esta pregunta brotó en mi cabeza cuando vi el documental Minimalism en Netflix y fue germinando la idea de encaminar mi vida a esa filosofía de menos es más. No se trata precisamente de llevar tu vida en una maleta, aunque es una buena manera de saber lo que realmente es necesario para ti, sino de este rollo de ser menos consumista para vivir más feliz, pero que como no vemos anuncios de eso en Facebook está difícil recordarlo.
Llevar tu nivel de consumo a lo más básico y necesario para ser feliz. Ocupar el espacio justo y necesario, sin metros cuadrados de más que sólo te hacen comprar cosas para llenarlos. Tener en tu clóset sólo lo que te brinde alegría como nos ha enseñado Marie Kondo (autora de La magia del orden) y aplicarlo hasta en las relaciones.
Y entonces, me pregunté: ¿Qué tan minimalista podría vivir?
Mientras que para algunos minimalismo es vivir en una mini-casa sólo con lo básico, para otros puede ser llevar sólo lo que quepa en una maleta a cualquier lado donde quieran vivir ese día. Si no fuera porque me gusta tener un baño donde… bañarme a la hora que sea, creo que yo sería una hippie con una maleta, eso y que me da flojera cargar mi maleta y la de mis hijos que se cansarían de cargarla a los 10 minutos. Aunque sí contemplé seriamente la idea de vivir en una casa rodante solo porque me enamoré de una bien bonita que descubrí en Instagram donde vive una familia de 5. Si ellos pueden, nosotros también. Pero es un largo camino para minimizar nuestras vidas a sólo lo que quepa en una casa rodante.
Sin embargo, para los estándares que se manejan en nuestra sociedad, creo que podríamos entrar en la categoría de minimalistas, es decir, tenemos sólo un coche que nos transporta a los 4 y hacemos viajes con más gente para ahorrar gasolina y no contaminar más a esta pobre ciudad, una pantalla porque la otra nos la robaron (lecciones de desapego) y desde entonces me he negado a comprar una de nuevo, una computadora, un reproductor de música, un iPad, dos smartphones, un clóset modesto y una pequeña, pero decente, colección de hot wheels que me dicen “van a valer mucho en el futuro”.
El problema es cuando pasamos al área infantil, porque una vez que te conviertes en padre, tu consumismo se reduce drásticamente para ser reemplazado por consumismo infantil. Aunque en nuestro caso más que un lío de consumismo es de acumulamiento.
Mis hijos tienen 8 y 6 años, y atrás de su litera estaba hasta hace unos días, desarmada y recargada en la pared, la cuna en la que ambos durmieron, abajo está el colchón que iba en la cuna y a un lado de él, el corral que también usaron ambos. ¿Por qué? Porque están muy buenos y le pueden servir a alguien… o si no los podemos donar… pero los voy a poner atrás de la litera por mientras encuentro dónde donarlos…y así pasaron 4 años. Por fin han pasado a la sala y estoy decidida a que sólo vayan hacia afuera.
Esta semana estamos en limpieza de primavera para ser un poco más minimalistas y deshacernos de lo que ya no nos da alegría, lo cual significa luchar contra mi nostalgia por juguetes que mis hijos ya no usan y que me niego a soltar porque quiero que sigan explorando la vida con Dora y no con personajes adolescentes que cantan sobre el amor, la manía de mi esposo de traer todo lo que le dan gratis y el apego de mi hija a su colección de miles de collares y bolsas. Mi hijo es el único minimalista de corazón, él podría vivir feliz sólo con un balón y otros 5 juguetes que traiga de moda, en parte porque le vale un cacahuate y regala todo con tal de acabar de recoger y seguir jugando.
Tal vez deberíamos hacer igual que él, y deshacernos de todo sin pensarlo mucho.
El documental Minimalism pueden verlo en Netflix, realmente recomiendo que lo vean y no se queden sólo con este texto que no tiene nada de minimalista.
Es jueves 8 de Marzo del 2018, día que se conmemora a la mujer. No podía esperar para tomar mi café y leer todas esas notas, pensamientos y artículos que me harían sentir de maravilla por ser mujer y me darían esperanza de un mundo mejor para nosotras, más justo, más equitativo, más libre, más respetuoso, más empático.
Todo iba de maravilla, mi café caliente, mi perro tranquilo acostado en mis pies y las lecturas llenando mi corazón de orgullo por ser mujer e inspirándome a seguir trabajando con la causa, todo como lo había esperado. Hasta que apareció ese video, ese maldito video del demonio que arruinó todo. Lo vi ahí en mi feed y le di play pensando que era algo del día de la mujer que alimentaría mi espíritu. Pero no tenía idea de lo que me esperaba… ¡el horror!
Al principio me emocioné porque se trataba de un acertijo y justo un día antes habíamos estado resolviendo en familia acertijos a la hora de la cena. Pero lo que empezó como algo emocionante, se convirtió en algo que quisiera borrar de mi memoria, no me dejará dormir y me perseguirá varios días.
Si son lo suficientemente valientes denle play… sobre aviso no hay engaño.
¿Qué tal? ¿Sigues en shock?
Sé lo que sientes, he estado con ese maldito sentimiento todo el día. Creo que nunca había sentido tanta vergüenza hacia mi. Después de que vi el video quise ir a la cocina agarrar un cuchillo y abrir mi cerebro para buscar y sacar ese maldito chip implantado que debieron de poner en algún momento y que no puede desactivarse. Empecé a buscar en mi nunca algún lunar raro que pudiera ser realmente un aparato de control mental. Seguro debe haber una manera de desconectarme de la matrix como lo hacía Neo. ¡Tiene que haberla! ¡Ahhhhh! (hiperventilé)
Después de varias respiraciones hondas y pensar el desmadre que sería limpiar eso, me tranquilicé un poco y me dije – No es tu culpa, tu no hiciste esto… pero sí puedes cambiarlo– Dejé de buscar lunares raros, y empecé a pensar de qué manera podía cambiar esto. Tal vez yo no pude resolver el acertijo, pero depende de mi que mis hijos puedan resolverlo en un futuro no muy lejano.
Le mostré el video a mi esposo porque si queremos lograr un cambio tenemos que unir fuerzas tal como los gemelos fantásticos y sus anillos. Quedó en shock igual que yo, lo cual es muy buena señal porque quiere decir que podemos seguir casados (fiuu) y hacer equipo en esta lucha.
Estamos conscientes ahora.
Dolió el golpe, y más cuando creí que ya había hecho cambios en mi consciencia y en mis actos, pero esto sólo demuestra que todavía falta, que no es suficiente andar con una playera que dice FEMINISTA, que no basta con correr kilómetros por la causa, que no es solo al super machista al que tenemos que cambiar, que tenemos que ser humildes y aceptar que hay mucho por hacer en cada uno de nosotros y que va a requerir de esfuerzo, un esfuerzo de ir al inconsciente y sabotearlo todo para reconstruirlo de una mejor manera. ¡Sabotage!
Para seguir con el espíritu optimista de cambio les recomiendo ver el video de Mayim Bialik sobre cómo no criar hijos que se comporten como Harvey Weinstein… porque es increíble, pero en el 2018 he visto a varios niños que para allá van.
Y si quieres echarle un poco más de humor al día, te recomiendo el stand up de Malena Pichot en Netflix. Vas a reír y llorar al mismo tiempo.
El doctor le pasó la receta con la prescripción médica. Le explicó que debía tomarse una diaria y dos en caso de toparse con un espejo durante el día y sentir que lo necesitara.
–¿Por cuánto tiempo tengo que tomarlas?- preguntó ella. – Por el tiempo que sea necesario – le respondió – un día sentirás que ya no necesitas tomarlo y lo dejarás.
–¿Qué pasa si me olvida tomarlo?
– Bueno, es algo peligroso, porque andar sin esta sustancia en tu organismo por la vida puede poner en riesgo tu salud emocional. Cualquier palabra podría lastimarte y no tendrías anticuerpos para resistirlo. Cualquier persona podría acabar contigo en caso de que se lo propusiera y tal vez hasta sin proponérselo. Es mejor llevarlas contigo todo el tiempo, poner alarmas en tu smartphone, ese que checas todo el tiempo, para recordártelo si es necesario.
– Bien, ¿Qué pasa si tomo más pastillas de las que debo de tomar? – preguntó pensando que la dosis era muy poca.
– Bueno, hay gente que toma de más por la sensación tan placentera que les da, y es normal que pase eso, pero debes recordar que el propósito de estas pastillas es dejar de tomarlas.
Las personas que aumentan la dosis sin recomendación de un experto, terminan yendo a lugares de mala muerte en busca de la sustancia, pero es una estafa, porque lo que ellos venden son placebos con azúcar y dos o tres halagos que solo te hacen sentir bien por unas horas creando la necesidad de ir con ellos por más.
– Ok, lo tendré en mente. ¿Tiene efectos secundarios?
– Sí, muchos. Tal vez sientas que estas perdiendo la visión porque dejarás de ver muchos defectos en ti; es posible que sientas que te estas volviendo loca porque comenzarás a reír más cuando te veas en el espejo; probablemente también sientas una frustración por no poder comprarte todos los bikinis que quieres.– hizo una pausa para dar tiempo a que anotara en su smartphone.
– Otra cosa es – continuó – que tal vez te sientas rara cuando veas las redes sociales sin experimentar ningún tipo de ansiedad al ver la vida de tus amigos, para muchas personas ese sentimiento puede causarles un poco de mareo, porque es algo muy desconocido, pero éstos disminuirán a medida que tu cuerpo se vaya acostumbrando.
¿Alguna otra pregunta?– dijo para dar por terminada la consulta.
– Creo que no… ah sí, ¿qué hago si siento que voy a tener una decaída fuerte? – preguntó con un poco de preocupación como si ya le hubiera pasado varias veces.
– Ok, haga una pausa en su día, tome un café o chocolate caliente y escuche la canción “This is me” del soundtrack de “The Greatest Showman” eso la hará sentir mejor.
– Perfecto, muchas gracias Doctor y Feliz Día de San Valentín – se despidió sintiéndose optimista.
Saliendo dijo a la siguiente persona en línea que podía entrar. Creyó haber reconocido a su ex en la fila pero no quiso detenerse a saludar, no había tomado su pastilla aún.
Muchos ya lo conocen y otros solo han sido víctimas de su saludo de abrazo con colapso de pulmones incluido, pero él es el hombre al que mis hijos aman con locura y pasión, el papá favorito, el juguetón, el que se mete a los inflables con los niños porque no se aguanta las ganas de jugar y el que quiere hacer de cada salida al oxxo una sorpresa.
Dato curioso:
¿Pueden creer que a este niñote no le guste el pastel? O sea, sí le gusta, pero no es de sus platillos favoritos ni es indispensable en su cumpleaños, de hecho siempre compramos pastel solo para que los demás no dejen de ir a sus fiestas. Pero por eso somos tan buen equipo, a él no le gusta el pastel y yo tengo más pastel para comer… bueno, hasta que llegaron las otras dos criaturitas.
Hay muchas cosas que amo de este hombre, amo que se preocupe por estar presente en la vida de sus hijos, amo que aunque se vaya sólo un día de viaje siempre hable para ver como les fue y darles las buenas noches, amo que no entienda cómo los papás cuando se divorcian no pelean por la custodia de sus hijos, amo su entusiasmo de niño chiquito para todo (aunque a veces sea demasiado), amo que se diera la oportunidad de ir al ballet porque a su hija le gusta y ahora sea fan, amo que ponga a cargar mi celular porque sabe que a mi se me va a olvidar, amo que somos lo más importante en su vida y aunque a veces se frustre por no darnos todo lo que quisiera darnos espero siempre sepa que él es todo lo que necesitamos.
Gracias amor por siempre decirme hermosa aunque a veces no me lo crea, gracias por darme mi espacio y tu apoyo en los momentos difíciles, gracias por comer todo lo que preparo (nunca lo había apreciado hasta que llegaron un par de niños que no lo hacen), gracias por ser un gran papá, gracias por ser mi equipo y por tener la intención cada día de seguirlo siendo. Eres el mejor compañero que pude elegir para esta aventura que vivimos todos los días. Te amo, aunque le vayas a los patriotas.
¡Feliz cumpleaños mi vida!