No sé por qué, a la hora que la gente ve un niño interactuando con algún aparato electrónico, ya sean videojuegos, tablets o celulares, inmediatamente piensan: mamá que quiere desentenderse de sus hijos. Cuando en realidad darles acceso a la tecnología significa más trabajo para nosotras.

Antes de usar cualquier aparato, mis hijos deben completar con éxito los niveles de: arreglar su cuarto y hacer sus tareas, lo cual tengo que supervisar cada 3 minutos que dicen que ya acabaron pero no es verdad. Una vez completados, yo tengo que empezar un proceso mental complejo que consiste en: recordar si no les castigue el aparato en cuestión días antes; si la respuesta es no, aprobar qué juego van a jugar o qué videos van a ver; medir el tiempo que van a estar interactuando cada uno (porque no siempre empiezan a usarlos al mismo tiempo) y hacer un cálculo mental si quieren usar más de un aparato el mismo día (tiempo de aparatos, entre cantidad de aparatos que quieran usar).

¡Ves! Es fácil criticar que los niños están pegados a los aparatos, pero para una generación que nació con la tecnología en las manos, es un trabajo arduo para los padres moderarla. Así que, cuando veas a mis hijos jugando con su Nintendo Switch, antes de criticar y pensar: otro niño pegado a un aparato y otra mamá desentendida, piénsalo dos veces y dame un respiro.