Verde o celeste. Elegir un color nunca fue tan difícil.

lunes, agosto 13, 2018


Por meses he estado pensando sobre el asunto de la ley de aborto. Escuché los argumentos verdes y los celestes, y no podía decidir mi postura. Así que, para entender un poco más a fondo la razón de miles de mujeres en las calles de Argentina, me fui atrás, muy atrás, y recordé algunas cosas.

Me fui a cuando mis padres me dieron las tan esperadas pláticas de sexualidad, donde me expusieron todo el panorama de lo que implicaba tener sexo.
Lo primero que aprendí, es que la consecuencia de tener sexo es un embarazo, esta parte no lo dice el patriarcado, ni es algo impuesto por el machismo, es simplemente como funciona nuestro cuerpo. Que así como es la manera de procrear, es también un recurso de placer. Así que, básicamente cada vez que tuviera sexo sin protección, solo por placer, estaba jugando a la ruleta rusa y el premio (o castigo) sería un embarazo.

Antes incluso de entender bien cómo es que sentiríamos placer, aprendí que el peor panorama de tener sexo, es quedar embarazada y convertirme en madre soltera a una corta edad, truncando todos mis sueños profesionales y dejándome con pocas ventajas en la vida. Que muchos hombres son unos cabrones que solo quieren sexo y en caso de un embarazo es muy probable que no me respalden. Que me van a decir que no es de ellos, lo cual me hace una puta, que los quise amarrar o simplemente desaparecerán.

Esto me hizo entender, a mis 14-15 años, que como mujer tenía las de perder en esta situación de sexualidad. Que los hombres podían andar haciendo “lo suyo” (como si solo fuera de ellos el placer) mientras que yo tenía que ser inteligente para elegir bien con quién y cuándo, con la misma madurez que elegí ser la Spice Girl Sport. Y déjenme decirles, que hasta ahora, no me arrepiento de ninguna de esas decisiones.

Me pregunto cuáles eran las pláticas que tenían con los hombres pubertos sobre este tema. ¿También les decían que lo más seguro es que fueran unos cabrones que solo quieren tener sexo o que nosotras lo éramos?

Después aprendí que para evitar los embarazos no deseados existían los anticonceptivos, el condón, las pastillas y otros más que se oían muy incómodos e invasivos. Un porcentaje de estos anticonceptivos alteraba nuestro proceso hormonal y se volvían una cosa de experimento a prueba y error con nuestros cuerpos. De todos estos, solo el condón era para el hombre y con sus hormonas nunca nadie se metía (no fuera a hacerlos impotentes).

Otra cosa que aprendí, por casos reales y no solo la paranoia de mi madre, es que el cuento del hombre lobo sí existe, solo que en lugar de la luna llena, solo se necesita una minifalda, que sea de noche y que estés caminando sola hacia tu casa, para que el hombre se convierta en una bestia que no pueda controlar sus instintos de poseerte, y te viole. Y que si aún sabiendo esto, decidías darles el beneficio de la duda porque al final son seres racionales, y te pasaba, entonces lo habías pedido a gritos y era tu culpa.

Sí, esta sexualidad machista apesta. Le ha dejado la responsabilidad de una sexualidad sin embarazos no deseados solo a la mujer, porque es la que se embaraza. Hace responsable a la mujer de sus propias violaciones y de los feminicidios porque se atrevió a andar sola. Ella es la que tiene que llevar la carga emocional de dejar un hijo en adopción. La llama mamá luchona porque tal vez así deje de abarrotar los juzgados quejándose de que el padre, que se ha olvidado de sus hijos, no ha pagado la pensión en varios meses, mientras que a los hombres nadie les llama papás desertores o cobardes, y eso sería decirlo bonito.

La sociedad le ha fallado a la mujer a tal grado que ha tenido que llegar a exigir que le permitan decidir abortar para sentir que el machismo no la controla por completo. A tal grado, que a la hora de un embarazo no deseado, por la causa que sea, la mujer prefiera practicarse un aborto clandestino del cual el padre tal vez ni se entere y ella probablemente no salga viva.

Sí, yo también estoy encabronada y harta, pero querer acabar con el problema de las muertes de mujeres por abortos clandestinos, es una meta muy corta, es querer tapar el sol con un dedo.

Es un hecho que las cosas tienen que cambiar y leyes se tienen que hacer, pero yo no creo que ésta sea la ley. Yo no creo que una ley para despenalizar el aborto sea la solución (a excepción de casos de violación). Esta solución sólo va a cambiar el numero de muertes por abortos clandestinos, y eso es conformarnos con muy poco a un precio muy alto; el cual una vez más, tendrá que pagar la mujer, dejándola con el dilema moral de dar o negar vida. Un dilema moral que no debería corresponderle a ella sola porque es una consecuencia de un acto que involucró a dos personas. ¿Cuándo vamos a empezar a hacer responsable al hombre?

Con esta ley, dejamos que las cosas sigan igual, dejamos que el machismo gane. Las violaciones y los abusos hacia la mujer continuarán, el hombre seguirá libre de culpa y responsabilidad de los embarazos no deseados. Todo seguirá igual, solo que ésta vez, en lugar de ser uno el que se desentiende de las consecuencias, serán ambos. En eso sí seremos iguales.

Pareciera que en esta ocasión, el feminismo no desaprueba el machismo, sino le tiene envidia y quiere ser igual que él.




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