Un día malo en mi maternidad

viernes, septiembre 07, 2018

8:00 a.m. Los niños siguen dormidos porque están de vacaciones, de hecho llevan 35 días con 18 horas de vacaciones pero, ¿quién está contando?

10:00 a.m. Desayunamos lo que encontramos y tomo mi café esperando que me rescate de ésta resaca de ser madre. Es uno de esos días que no encuentro energía para existir.

10:30 a.m.  Dejo de ver Instagram porque solo me recuerda todo lo que tengo ganas de hacer y que no he podido encontrar el tiempo para hacerlo. Hacer ejercicio y bañarme suenan como metas más realistas de cumplir y con más posibilidades de ayudarme a volver un poco a la vida.

10:34 a.m. Mientras trato de despegarme del sillón, los niños se inspiran con los malditos videos que prometen hacer manualidades en 5 minutos y sacan todo el cartón que tenemos para reciclar.

10:35 a.m. Mi intuición de madre quiere decir NI DE PEDO los dejes, van a hacer un desmadre y ni siquiera acabarán la manualidad. Pero no le hago caso. Decido dejarlos ser creativos y que se diviertan. Mejor eso a que me estén preguntando si pueden ver tele cada 5 minutos.

10:45 a.m. Los niños no me han pedido ayuda, mi intuición ha fallado esta vez.

10:46 a.m. Me pongo ropa deportiva y extiendo mi tapete para hacer ejercicio.

10:49 a.m. Estoy sentada sosteniendo una pistola de silicón, desesperada porque la maldita manualidad se pone cada vez más difícil y no hay esperanza de levantarme pronto de ahí. ¡Odio tener razón!

11:00 a.m. Ellos ya no están haciendo nada más que repasar el video del tutorial y darme instrucciones. Parte de mí quiere convencerlos de que dejemos por la paz el proyecto y la otra parte no quiere que aprendan que pueden renunciar a algo sólo porque parece difícil.

11:08 a.m. No puedo fingir por más tiempo mi falso entusiasmo y disimuladamente dejo de ayudarles. Ellos cambian de actividad dejando todo a medias, tirado...  y entonces exploto.

11:14 a.m. Grito sobre su falta de compromiso hacia la actividad y sobre otras cosas que ya no recuerdo, y mientras sigo gritando, sé que estoy mal y que esto no acabará bien. Aún así, sigo. No puedo detenerme, mi frustración y desesperación no se van a rendir tan fácilmente.

11:18 a.m. Por fin me detengo antes de causar más daños y me voy a mi cuarto a tratar de respirar profundo, pero es demasiado tarde, ahora están gritándose entre ellos.

11:25 a.m. Oírlos gritar me desespera aún más y grito. Grito que dejen de gritar. Les reclamo que no me dejaron hacer ejercicio y ni siquiera soy tan fan del ejercicio.

11:28 a.m. Los pongo a ordenar todo y me voy a mi cuarto de nuevo para llorar por el desastre que he causado. Me siento horrible. No quiero estar aquí. No quiero ser mamá hoy y ésta es mi manera de hacer berrinche.

12:05 p.m. Me meto a bañar esperando que el champú y el jabón puedan lavar todo. Me quedo más tiempo de lo normal en la regadera haciendo un examen de consciencia y en eso me acuerdo que alguien un día me dijo que nunca escribía cosas malas de mí. Bueno, aquí está la oportunidad. Este es mi punto más bajo en la maternidad. Donde todo lo aprendido y leído se va a la mierda.

12:35 p.m.  Salgo del baño con las palabras brotando en mi cabeza, dispuesta a escribir y desahogarme, pero me dicen que ya tienen hambre y dejarlos con hambre sería suicidio.

1:33 p.m. La inspiración para escribir se va por el caño mientras lavo los trastes que quedan después de comer.

3:30 p.m. Ellos están en su cuarto y yo en el mío. Están jugando en lugar de recoger el desmadre que tienen en su cuarto. Decido ignorarlo y sigo acostada inerte y llena de culpa.

6:59 p.m. Me he mantenido aislada cual niño que está causando el desmadre en el salón. Tranquila, me levanto por fin de la cama para ir al Oxxo de la esquina por leche, pan y algo de merienda. Tal vez caminar nos mejore las cosas.

7:10 p.m. Llegamos y nos dicen que no hay sistema para pagar con tarjeta y yo casi no traigo efectivo. En afán de enmendar mi comportamiento, decido gastarme lo poco que traigo en galletas para ellos en vez de leche y pan.

8:05 p.m. Papá ya está en casa y puedo camuflarme con la cama mientras vemos una película todos acostados.

11:00 p.m. Los niños se van a dormir. Ya no hay tiempo de ver una serie que no sea infantil, pero no importa, solo quiero que se acabe el día. Algunos días no tienen finales felices, pero está bien, mañana tendré otra oportunidad de hacerlo todo mejor. Mañana podré intentar de nuevo ser una mejor mamá.

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