El día que abracé más fuerte a mis hijos

martes, febrero 07, 2017


El miércoles 18 de enero todos los papás en Monterrey sufrimos un impacto en nuestra conciencia. Un chico de secundaria disparó a su maestra y a tres de sus compañeros en su salón de clase.
Eran las 8:30 de la mañana y yo acababa de dejar a mis hijos en la escuela cuando escuché la noticia en el radio mientras iba manejando. La piel se me puso chinita. Esta vez no era una noticia internacional, era en mi ciudad, a kilómetros de mis hijos, en una escuela, un estudiante. WTF!
Estuve en shock por un buen rato y debo confesar que me salieron algunas lágrimas. De hecho toda la mañana no pude concentrarme en otra cosa por más que lo intentaba. No es que no hubiera violencia antes en la ciudad, siempre la ha habido, Monterrey tiene tiempo sufriendo de este mal, lo sé. Pero este impacto fue diferente para mí porque toca una fibra sensible que son los hijos, hijos haciendo daño a los hijos de alguien más, hijos de familias que creemos que tenemos todo resuelto con tenerlos en una “buena” escuela, que estarán bien mientras estén en ambientes sanos, que confiamos que la gente es buena por tener aparentemente los recursos para vivir bien, hijos que no sufren de pobreza extrema o de sociedades marginadas. Y entonces llega este recordatorio, esta alarma, de que en todos lados se cuecen habas, se queman y a veces hasta se incendia la cocina completa.

No pude dejar de pensar en ese niño, sus papás, las víctimas y sus familias.

–¿De verdad acaba de pasar esto?…
…¿Cómo chingados pasó?…
…¿Quién chingados tiene la culpa?…–

En las redes sociales se dijeron mil cosas y todos fuimos jueces de la situación. Culpamos a los tiempos y los niños de ahora, a los que quieren ser mejores padres sin recurrir a la violencia, a la tecnología e inclusive a los políticos y la situación en México.

Para mí significaba uno de mis más grandes temores como madre, el de no darme cuenta cuando mi hijo está mal y necesita ayuda, y peor aún, no darme cuenta que puede lastimarse y lastimar a otros. 
Nunca sabré cual fue la causa de esta tragedia, el caso es que yo sí fui de las personas que se fue directo a señalar a los padres y la falta de atención, creo que básicamente por una proyección de mis miedos como ya lo dije antes. Seguí masticando la idea toda la mañana. 

– Supongo que esto es lo que puede pasar si cedo ante mis impulsos de rendirme los días que siento que toda la responsabilidad excede mis capacidades... Esto es lo que puede pasar si no busco ayuda cuando después de varios intentos no logremos cambiar alguna “situación” por nosotros mismos.–

Ser padre es muy abrumador y obviamente no conozco a ningún padre que actúe consciente de causar un daño a su hijo. Todos creemos que estamos haciendo lo mejor que podemos, y al mismo tiempo todos sentimos culpa porque sabemos que podemos hacerlo todavía mejor. Ese día vi una entrevista que le hicieron a una de las madres de la tragedia en Columbine, donde decía que no basta solo amar a los hijos, no basta estar al pendiente de que coman bien o preguntar como les fue en la escuela. Ella consideraba a su hijo un chico normal con problemas normales de la adolescencia. ¿Qué fue lo que no pudo ver? ¿Dónde estuvo la falla? son preguntas que se sigue haciendo todavía, 17 años después. 

Mi creencia es que la gente que se hace daño y hace daño a los demás en el fondo está enojada por algo, digo no soy psicóloga ni nada por el estilo, pero he leído algo y he visto lo que puede hacer el enojo a menor escala en un niño pequeño, si eso lo llevamos a gran escala son básicamente las situaciones de violencia que vemos todos los días en adultos. Y el enojo es solo la punta del iceberg, porque ya que reconoces que estás enojado, falta ver por que lo estás, frustración, falta de empatía, intolerancia, etc. y entonces hay que saber manejar todo ese costal de emociones.

Después de masticar la idea mucho rato me concentré en 3 puntos: Comunicación, inteligencia emocional y ayuda.  Estas 3 cosas las convertí en mis propósitos del 2017 aprovechando que voy un poco atrasada con eso.

1. Escuchar más a mis hijos, poner atención a lo que sea que me quieran decir, que para ellos son sus problemas en este momento, para que en un futuro sepan que siempre estaré ahí para escucharlos. Lo que siembre ahora será lo que coseche cuando sean adolescentes. 

2. Capacitar a mis hijos en el manejo de sus emociones, que sepan reconocerlas, saber qué hacer con ellas y sobre todo estar conscientes de lo que pueden ser capaces de hacer si actúan con enojo. Nota: capacitarme a mi misma en el manejo de las emociones para poder enseñarles a hacerlo por ellos mismos. Uff! 
(Si tienen niños enojones como yo les recomiendo leer este artículo de 9 juegos de relajación para criar niños emocionalmente fuertes … pienso practicar varios conmigo misma.)

3. Pedir ayuda cuando la situación no cambie después de varios intentos.

Marilyn Manson en entrevista sobre lo sucedido en Columbine

Después de hacer estos compromisos conmigo misma y sentirme un poco más tranquila, sonó la alarma que me dice que ya es hora de recoger a los niños de la escuela. Ese día llegué un poco más temprano por ellos, pregunté más cosas que de costumbre, les dije que los había extrañado y que los amaba mucho. Mientras jugaban y hacían las tareas de la escuela me senté y por un largo rato solo me dediqué a contemplarlos como cuando eran bebés. En la noche a la hora de dormir cumplí el único propósito que llevaba en mi lista antes de ese día y dediqué más tiempo a las buenas noches. Sin prisas, sin enojos, ese día los abracé más fuerte.

Ya han pasado casi tres semanas y las cosas han vuelto a la normalidad para los que vivimos la tragedia de lejos, Monterrey ya casi no habla de eso pero aún se siguen implementando las medidas de prevención como la revisión de las mochilas; y para terminar citaré uno de los memes/frases/o lo que sea que circuló por las redes: “Hay que revisar las mochilas de nuestros hijos… y de paso revisar sus sentimientos, necesidades, sus dolores, sus miedos, sus malestares físicos y emocionales.”… Mucha revisión por hacer y acción que tomar para lo que encontremos, porque la revisión solo es el primer paso.

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