Ejercicio para fortalecer la maternidad y paternidad

jueves, septiembre 17, 2020


Son las 10:15 am. Los niños están en sus escritorios con sus clases en línea, mi esposo en el comedor trabajando y yo en mi cuarto contando del 1 al 20 mientras flexiono mi área abdominal. Normalmente cualquier cosa me haría interrumpir con gusto mi serie de abdominales, pero durante la cuarentena me he comprometido tanto con este hábito de hacer ejercicio, que ahora es bien sabido por todos los habitantes de esta casa, que solo puedo ser interrumpida por cosas realmente importantes.

En algún momento entre el 15 y 16 me detengo al escuchar algo a lo lejos. Es mi esposo regañando a nuestro hijo porque lo cachó distraído jugando durante su clase de civics & ethics. Inmediatamente me siento mal por no ser yo la que notara la distracción, como si el hecho de que lo hiciera su papá, que está en horario laboral, y no yo, que por el momento no tengo ningún proyecto remunerado en curso y solo estoy haciendo ejercicio, hiciera ver que estoy haciendo mal mi trabajo (encargarme de los hijos sin molestar al que tiene que trabajar para proveer). 

Después de pensarlo varios minutos, llego a una conclusión y salgo a decirle a mi esposo: “Si estas muy ocupado y los niños necesitan algo, me avisas y voy.” En vez de decir toda mi lucha mental que fue: no sé si esperas que esté sentada a un lado de ellos toda la mañana, pero no lo voy a hacer porque primero: ellos ya están grandes, segundo: yo tengo actividades que hacer, y tercero: si hago eso no dejaría espacio para que tu seas su padre, te enteres de lo que pasa en sus clases e intervengas cuando lo necesiten.  La razón por la que no le dije todo eso fue porque realmente nadie me reclamó nada, era solo una de esas veces que me peleo mentalmente contra lo que creo que los demás esperan de mí.

Si de algo gozan mis hijos en este momento de encierro, es de una madre y un padre que están en casa todo el tiempo y que se interesan por ellos y su educación. No importa si los dos trabajamos o si solo lo hace uno; los dos criamos, los dos queremos saber cómo les va en la escuela. Así que ¿quién soy yo para impedirle que ejerza su paternidad solo para no sentirme culpable de no cumplir con el rol que me asignó la sociedad de madre sacrificada que se ocupa de todos menos de ella? 

El hecho de que una madre no trabaje, no significa que deba acaparar la crianza para justificar su valor. 


You Might Also Like

0 comentarios

Google Analytics

Pin embed

Subscribe