De los momentos más tiernos como madre, es cuando mis hijos me regalan dibujos. Pero esta vez el dibujo que me entrega mi hija no se ve tan dulce como los que siempre dibuja. Aunque tardo unos segundos, me doy cuenta que es un dibujo de ella y yo. Asumo que la que está con cara enojada y rayitos saliendo de la cabeza soy yo, y ella es la pequeña que está con cara asustada y llorando. En el dibujo esta escrito “multa por”. No hace falta ser psicoanalista para darse cuenta que estaba siendo multada por haberle gritado enojada esta mañana. Me río un poco, no lo puedo evitar; ella también se ríe. Después me lo tomo en serio, me disculpo por haber gritado y le explico que estaba cansada y la paciencia se me agota más rápido cuando eso pasa.
Si viniera Velázquez ahora y me pidiera retratarme en la intimidad de mi cotidianidad, esta sería la escena precisa para hacerlo. Es estéticamente caótica y saturada, al igual que mi vida y el estilo barroco.
Muchas décadas después un guía de un museo describirá la obra a los visitantes:
En este retrato podemos ver a una mujer en su vida cotidiana de los años 2020s, disfrutando una mañana cualquiera con su café y su smartphone - tecnología muy común de la época- en el sillón de su sala.
Esta mujer pertenece a lo que sería la clase media ya que no tiene ayuda doméstica que doble la ropa por ella y es por eso que la ropa sigue en el sillón esperando ser doblada.
La cantidad de ropa, así como algunas prendas indican que es una madre, y el hecho de que esté tomando café tan tranquilamente sola en su sillón significa que es de las que se quedaban en casa en ese entonces. Si trabaja o no, no está muy claro porque, aunque no vemos ninguna computadora - tecnología que se usaba en esa época- en la escena, el artista deja una pista con el smartphone, que en ese momento se usaba tanto para entretener como para trabajar. Es posible que estuviera solo viendo sus redes sociales o que estuviera revisando correos de trabajo, o incluso editando imágenes o videos.
En su rostro podemos ver la pesadez de la mañana, y el dilema cotidiano de una madre entre sentir culpa por no ser suficientemente productiva, realizada, empoderada, como lo demanda el tiempo que está viviendo, o sentir culpa por no estar presente para criar a sus hijos.
Algunos dicen que podría tratarse de una feminista y que la escena representa la rebelión contra las tareas domésticas que, hasta ese entonces, aún eran asignadas a las mujeres que decidían quedarse en casa a cuidar de sus hijos, mientras hacían lo posible por encontrar trabajos flexibles que les permitiera realizarse como madres y profesionistas.
También se rumora que el esposo de esta mujer lavaba la ropa. Lo cual coincide con la época en que el machismo empezaba a desaparecer por completo. Aunque faltaría un poco más para ver el mismo avance en lo laboral.
Otro dato curioso de la obra es que, se dice que originalmente la mujer estaba desnuda en la comodidad de su casa, pero debido a que la obra sería exhibida en diferentes redes sociales debieron ponerle ropa ya que cualquier cosa que asemejara un pezón era censurado en esa época. Y aunque lo de la censura es cierto, lo de la desnudez no se ha podido confirmar.
Es difícil imaginarse ahora esos tiempos ¿no?
Sigamos con la siguiente obra...
Empecé esta serie de Ordinary Talks hace ya tiempo, como una manera de guardar y atesorar esas conversaciones y frases ordinarias que dicen mi hija y mi hijo, esas que mi memoria desecharía para dejar espacio para algo que considere más importante. Son una celebración a lo ordinario que nos hace reir, reflexionar y dejarnos llevar por la imaginación, la inocencia y la manera de ver el mundo de una niña y un niño.
Después, un día en cuarentena decidí hacerlo para otros también. Veía que muchos compartían en sus cuentas de face lo mismo de manera escrita, y pensé que tal vez podía regalarles una imagen de ese recuerdo ordinario que, de otra manera, probablemente se perderá entre todas las publicaciones de su feed y solo lo volverán a ver en algún recuerdo, si es que facebook decide mostrárselos.
Cuando lo ofrecí en mis redes, algunos me dijeron que querían participar pero que esperara a que recordaran alguna frase. Nunca volvieron a escribir. Si tratas de recordar una frase que te pareció interesante de tu hija o tu hijo es muy difícil recordarla, lo ordinario aunque llena nuestros días y nos hace felices, muchas veces no es tan memorable.
Recomendación: Escríbelas en el momento que pasaron. En tus notas del cel, en una libreta especial, donde sea, pero escríbelas, créeme son un hermoso recuerdo.
Esto yo lo hice para mí, porque soy una adicta a la nostalgia, y parece que mi hija me heredó eso porque le encanta leerlas. De hecho a veces puede recordar el momento justo cuando lo dijo y por qué lo dijo, aún cuando ya ha pasado tiempo.
Este fue el resultado de la dinámica. Fue algo muy chingón hacerlas. Pronto lo volveré a hacer, lo prometo. Así que, guarda las tuyas para que las tengas preparadas y sígueme en Instagram o Facebook para que te enteres cuando me den ganas de volverlo a hacer.

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Imágenes diseñadas por Elena @ordinarybites |
Hasta el día de hoy, después de 38 años, aún hay cosas que no conozco de mi mamá.
Son un misterio las madres ¿no? Porque en realidad ¿cuánto conocemos de esa vida que tuvieron antes de que llegáramos nosotros?
Hubo una etapa de mi niñez en la que cada vez que veía la foto de la boda de mis padres, colgada en la pared de la sala, me daba cierto celo por no haber estado ahí con ellos ese día tan importante. Era como si no pudiera creer su atrevimiento de haber tenido una vida sin mí. Yo no tenía una vida sin ellos, cuando yo llegué ellos ya estaban ahí, de hecho ni siquiera podía imaginarme una vida sin ellos. No era justo.
¿Quiénes eran esas personas de esa foto? ¿Qué habían hecho antes?
Seguramente bombardeé a mi madre con preguntas al respecto durante esa etapa. Y supongo que sus respuestas fueron suficientes en ese momento. Pude crear un cortometraje de "La vida de mi madre antes de mí" Pero ¿qué hay de la película completa? El corte del director, la versión sin censura.
Tal vez tenga que esperar a leerla en un diario secreto que encontraré entre sus recuerdos, como los hijos de Meryl Streep en Los Puentes de Madison. O tal vez hay cosas de una madre que una hija no debe saber nunca (sino pregúntenle a Beatrix de Kill Bill).
¿Acaso soy la única que ha querido saber todo sobre su madre, además de Almodóvar?
¿Le contarías la versión extendida de tu vida a tu hija o tu hijo si te lo preguntara?
Es bien sabido por mi familia y los lectores de este blog tan prestigioso, que puedo pasar varios días sin maquillarme y sin arreglarme, sobre todo en vacaciones, cuando no tengo que salir a la calle todos los días.
Pero también es bien sabido por mí, que después de varios días de andar en fachas sin maquillarme y sin arreglarme, mi ánimo se empieza a ver afectado. Y no lo digo como mera suposición ¿quién me crees? no voy a insultar tu atención para darte meras suposiciones. He tenido varios períodos de vacaciones de verano con mis hijos para comprobar esta hipótesis.
Así que, cuando llega un día en el que no encuentro la motivación en el fondo de la segunda taza de café, entonces entiendo que se necesita más. Me baño y aplico el lipstick más rojo que tenga (solo tengo uno) después de eso todo sigue por añadidura. La cara cambia totalmente y aunque ponga un gesto desabrido no parece tan desabrido y entonces hay una fuerza que obliga a mis ojos a sonreir, y ahora que mis ojos sonríen mi cabello no puede quedarse atrás porque pues perdería la armonía y tal vez le ponga un poco de esfuerzo y lo cepille o hasta le ponga alguna crema anti frizz. La mayoría de las veces con eso es suficiente para levantarme el ánimo y seguir con el día; eso y ¡bailar!
Entonces si un día no traes ánimo de nada y te das cuenta que llevas días sin salir de tu pijama, ponte el lipstick que más te guste o arréglate el cabello. Vístete de gala para tu videojunta de trabajo o ponte el disfraz de gatúbela que tanto te gusta para hacer la comida. Si tu hija se puede vestir de princesa cualquier día, ¿por qué tú no? ¡todo se vale!
También haz ejercicio, medita y come sano como lo indican los profesionales, aunque ellos no te van a dar nunca este tip tan valioso.
Y eso fue lo que le expliqué a Malena.